**ADRIANA** Ella finge sorpresa. Finge. —¡Ay, lo siento tanto! —dice llevándose una mano a la boca. Pero sus ojos no piden perdón. Ríen. Y los demás… también ríen. Sergio y Javier aplauden la “coincidencia”. Algunos graban. Otros cuchichean. Me arden las mejillas, no por el vino, sino por la humillación. Mi garganta se aprieta. La copa tiembla en mi mano. Y justo cuando pienso que no puede empeorar, una voz rompe el aire como un rayo. —¿¡Qué demonios te pasa!? — es Maya. La veo abrirse paso entre la gente, con los ojos encendidos, como si pudiera quemar a Carlota solo con la mirada. Y luego, sin decir una palabra, toma una copa de la bandeja más cercana… Y la derrama entera sobre la cabeza de Carlota. El líquido gotea por su cabello, resbala por su vestido perfecto. El silencio es

