**ADRIANA** Ver a Tomás cómo se deja manosear y besar por Carlota, tengo ganas de agarrarlo a patadas, es un desvergonzado, no voy a dejarme llevar por ellos, simplemente fingiré que no me importa. Pensé que protestaría cuando se dio cuenta de que planeó entrar a la escuela de arte. —Vaya —fue todo lo que dijo. Una palabra tan corta que casi doliera más que si me hubiera criticado abiertamente. Lo miré un instante. Esperando, quizás, que dijera algo más. Que me preguntara por el cuadro, que mostrará interés genuino. Que me recordara al Tomás que una vez se sentaba a mi lado mientras yo pintaba en silencio, con los pies descalzos, los jeans manchados y el corazón abierto. Pero no. Solo ese “vaya”. Vacío. Inerte. Sentí una punzada en el pecho. No de tristeza, sino de certeza. Este logro

