**ADRIANA** Su voz es un disparo directo al orgullo de Tomás. Apreté los labios. Yo nunca lo habría dicho en voz alta. Pero Maya, como siempre, dijo lo que yo solo me atrevía a pensar en los rincones más oscuros de mi mente. Tomás no responde de inmediato. Solo baja la mirada, como si la vergüenza se filtrara, finalmente, por la grieta de su coraza. Pero no me iluminó. Ya es tarde para las esperanzas. Ya lo había visto claro: su mundo había seguido sin mí. Y el mío… apenas comenzaba a aceptar que debía hacerlo también. Hasta ahora había sido una batalla silenciosa. Pero esta vez, algo dentro de mí cambió. Yo también iba a seguir adelante. Aunque doliera. Aunque quemara. Pero, por primera vez, entendí que había un futuro más allá de Tomás. Y que era hora de empezar a caminar hacia él. E

