6:00 de la tarde
―¡Ah, no me contesta!
El sol estaba casi por ocultarse en la ciudad de Nueva York y Archie, con una mezcla de preocupación y ansiedad, se preguntaba en silencio dónde podría estar Jade. Con el ceño fruncido, clavó sus ojos en la pantalla de su celular, buscando desesperadamente alguna señal de vida de su amante. Mientras tanto, en su impresionante oficina presidencial, Archibald se debatía en un mar de nervios. El simple hecho de que su amante y cuñada estuviera embarazada podía convertirse en un escándalo si la alta sociedad y la élite neoyorquina se enteraban cosa que podía bajar a un más las acciones de la empresa y nadie quisiera invertir en ella. Eso era lo último que Archie deseaba, ya que su esposa aún estaba viva. Entonces, el rubio poco agraciado paseando de un
