Luego, pasaron los años, y durante ese tiempo, Stavros se dedicó en cuerpo y alma a construir su propio imperio empresarial. Cada logro y éxito obtenido fue impulsado por el fuego ardiente de la rabia y el deseo de demostrar a aquellos empresarios que lo habían ridiculizado que estaban equivocados. Y ahora, cinco años después, los reencontró en la sala de reuniones, liderando la junta directiva de la empresa más poderosa de Estados Unidos. Las acciones de su compañía estaban en ascenso y aquellos mismos empresarios, a quienes les había humillado, ahora necesitaban de su empresa y del apoyo de su socio, Lancaster, para llevar al mercado sus productos. Era su momento de venganza, la oportunidad perfecta para mostrarles a todos aquellos que se habían burlado de él cómo había crecido y se hab

