―¡Oh, no, ya son las 3:10, el tiempo pasó volando!
Jennifer corrió agitada buscando su celular dentro de su bolso rosa lleno de maquillaje, perfume y otras cosas, hasta que finalmente encontró su teléfono. Con las manos nerviosas, contestó la llamada entrante.
―¡Hola, Cam, ¿ya estás allá?―su voz temblaba mientras observaba de reojo a Stavros, cuyo enojo se reflejaba en su mirada fija y en el movimiento brusco de abrocharse la correa del pantalón.
La voz de Cam del otro lado de la línea sonaba preocupada.
―Sí, Jenny, estoy esperando aquí sentado. ¿Te pasó algo? ¿Vienes? ―imploró con ansias―Por favor dime que sí. Pedí la tarde libre solo para estar contigo muñequita.
Jennifer le dio un poco de lastima al escuchar la preocupación de Cam y respondió:
―Sí, claro que iré. Solo me retras
