Stavros asintió en silencio, con su semblante pensativo mientras asimilaba el peso de la misión que tenían por delante. El viento agitaba su cabello negr0, y la determinación ardía en sus ojos, reflejando la fuerza inquebrantable de su amistad. ―Está bien―respondió finalmente con voz grave, sellando un pacto con él. Elian exhaló un profundo suspiro de frustración. Sabía que Kravchenko era un adversario tremendo, y la idea de que su mejor amigo, su única familia en este mundo, corriera peligro lo atormentaba. Aun así, incapaz de ocultar sus pensamientos, se giró hacia Stavros con franqueza: ―Aun pienso que... fue una mala idea haber agarrado ese desafío―. Sus cejas se fruncieron, formando una arruga de preocupación en su frente―Pero la verdad no sé por qué me confié un poco en el maldito

