Ya era la una de la tarde y los hombres de la antigua organización habían sido capturados y ahora estaban inconscientes en el “quirófano” de Stavros. Petra y los demás hombres esperaban ansiosos la llegada de su jefe, mientras los capturados estaban inmovilizados y cautivos en ese sórdido lugar.
Y mientras ya el reloj marcaba la una de la tarde, Stavros se encontraba dentro de su camioneta estacionada en el hospital, junto a Elian. Desde allí, contemplaban con detenimiento la entrada del edificio, llenos de expectación para perseguir y vigilar a Jennifer.
En medio de la tensa espera, el teléfono de Stavros sonó, interrumpiendo la silenciosa vigilia. Con una mirada seria, sus penetrantes ojos azules se clavaron en la puerta del hospital mientras atendía atentamente la llamada de su infil
