«Ay, Dios mío... es el momento... no sabía que me iba a poner tan nerviosa»―se dijo a sí misma en pensamientos, tragando saliva con fuerza. Podía sentir sus orejas arder y sus mejillas teñirse de un intenso rubor. —Elian, yo... —balbuceó, retrocediendo un paso hacia atrás, un tanto asustada sin poder apartar la mirada de aquel hombre que la devoraba con la mirada, con un apetito voraz por ella. Él la observó con una intensidad tal, que la erizó de la cabeza a los pies, enviando escalofríos por todo su cuerpo. Aunque los consejos de su mentora Jennifer resonaban en su mente: "Déjate llevar, Vi, sigue tu instinto de mujer"― Era la voz del consejo que le había dado horas antes en aquel baño. Sin embargo, al ver a Elian, aquel moreno intimidante que la doblaba en tamaño, se sintió pequeña

