Mientras Stavros avanzaba hacia la avenida uno con cincuenta con la ira contenida visible en su rostro, Jennifer se las ingeniaba con destreza para tejer una mentira que se enredaba en la vergüenza que la consumía por la apasionada chupada que el moreno ardiente le había dejado marcada en el cuello. Cabe destacar que, uno de los pequeños defectos de Jennifer era su constante impulso de explicarlo todo con los que la rodeaban ya que siempre hablaba de más. Con elegancia, ocultó la chupada de Stavros bajo su cabellera rojiza y ondulada, para luego responder con una voz temblorosa: ―Pues... no fue Archibald. Ese hombre no sería capaz de hacerme algo así. En realidad, fue una reacción a...un collar, me picaba tanto que me rasqué con brusquedad y eso dejó una marca. Ahora tengo que ocultarla c

