―¿Solo diez? Parecen muchas más. Demuestras ser un zorro experimentado―respondió Jennifer con una sonrisa maliciosa jugueteando en sus labios. ―Bueno... son diez y punto―continuó Stavros, aún masticando su bocado―¿Y tú? ¿Con cuántos fracasados te has acostado? ―Mmmm... eso no se dice―respondió con picardía, su sonrisa emanando un aire de misterio y travesura y se metió una uva a la boca. Stavros, con el ceño fruncido por una pizca de celos, respondió mientras apretaba su mandíbula. ―Se nota... que son muchos. Jennifer, sintiendo el cambio en el ambiente, se levantó de la cama y comenzó a acercarse a él lentamente, un andar seductor que desafiaba sus palabras. ―¿Por qué lo dices?―su voz era suave y juguetona ―¿Es porque te excito demasiado? ¿Te gusta cómo me muevo?―comenzó a deslizar

