―Bueno, el plan que tengo en mente es... Sin embargo, antes de que las palabras salieran de sus labios, el tono distintivo del teléfono de Stavros los interrumpió abruptamente. Jennifer reconoció al instante la melodía asociada a Hermes, el incansable y fiel asistente de Stavros. Con una mirada cómplice, ella lo alentó: ―Atiéndelo, osito. El gordito siempre te llama para cosas importantes. Stavros exhaló un suspiro de rabia contenida, con sus facciones tensándose ligeramente mientras observaba la pantalla de su celular. Apretando su mandíbula, pulsó la opción de atender la llamada y llevó el dispositivo a su oído, sin apartar sus intensos ojos azules de Jennifer. ―Qué quieres, ya llegué. Voy en camino.―dijo con su voz grave y muy seria. La voz de Hermes resonó al otro lado de la línea

