Mientras Stavros y Jennifer estaban dentro de la camioneta, los agentes encubiertos de Stavros quedaron asombrados una vez más por la actitud de su jefe, quien era siempre meticuloso y reservado cuando estaba en público, ya que rara vez permanecía en un lugar por más de cinco minutos, porque siempre temía que podían dispararle sus enemigos. En uno de los autos, Hermes se encontraba con dos de ellos, y estando con su atención puesta al vehículo del moreno, con el ceño fruncido porque ya tenía más de cinco minutos estacionado, escuchó a uno de los hombres decir: ―Al parecer, el jefe está ocupado hoy con su novia―dijo el guardaespaldas, con una chispa de malicia en sus ojos―, no teníamos idea de que el jefe era romántico jajaja. Hermes, sentado desde atrás, levantó una ceja con sorpresa al

