Aunque mi vag¡na aún se siente sensible después de aquel último orgasmo, su toque me lleva al límite. Siento que el grito amenaza con escapar, a pesar de tener mis muñecas firmemente atadas a la cama con la corbata y mi boca tapada por la mano de Stavros. Pero hoy él está molesto, así que, desconozco si es piadoso o no cuando está de mal humor, así que le seguiré el juego y me dejaré llevar…después conversamos. Con su mano aún cubriendo mi boca, mis ojos se entrecierran, enfocándose en cada sensación que me embriaga. La presión de su palma sobre mis labios se mezcla con el susurro de gemidos contenidos en el aire. ―¡Umm…ummm…! ―gimo en silencio, luchando por mantener el control mientras la excitación se desborda en mi interior. A pesar de tener mis manos inmovilizadas, encuentro una mane

