En ese preciso instante, una mezcla de vergüenza y enojo se apoderó de Archibald al darse cuenta de que Virginia había revelado su verdad a propósito frente a Terrence. De reojo, observó al mayordomo, quien permanecía de pie, con la mirada fija hacia la puerta de la imponente mansión y apretando sus dientes le respondió a la joven: ―¡Cállate! ¡Tu… trabajas para mí porque el dinero que tiene Jennifer es el mío, así que… por tu insolencia estás… despedida por no decirme en donde está, te dejaré sin paga porque no me agradas! ¡Si llegas a pisar la mansión te juro que te sacaré a patadas con los de seguridad! y si… llegas a decir algo… te destruyo ―le colgó el telefono. Virginia frunció el ceño al oír el brusco clic que indicaba que le habían colgado. Exhalando frustración, no pudo contener

