Hermes, caminó hacia el gran escritorio de Stavros con aquella bandeja plateada y tenía un pequeño rastro de chocolate en la comisura de sus labios. Luego, él extendió con elegancia el vaso de agua hacia Jenny, colocándolo cuidadosamente sobre un portavasos junto a una servilleta de tela delicadamente doblada. ―Aquí tiene… Jenny. Le añadí muchos trozos de hielo―dijo Hermes con amabilidad. Luego, Jennifer en respuesta lo miró y le hizo una sonrisa amable: ―Muchas gracias, Hermes. ―Oh, no hay de que―sonrió y se puso la bandeja debajo de la axila. Sin embargo, la atención de Jennifer se desvió hacia la mancha de chocolate en la boca de Hermes. ―Oh, Hermes, parece que tienes un poco de chocolate aquí―señaló suavemente, haciendo un gesto hacia la esquina de sus labios. Acto seguido, to

