Pasados unos minutos, Stavros salió del baño un poco más calmado de aquella eyaculación que necesitaba ya que, trataba de tranquilizar la bestia lujuriosa que ansiaba poseer a Jennifer en múltiples ocasiones y era obvio que queria estar con ella $exualmente en esa mañana. Entonces, mientras tomó otra toalla, para secar su cabellera azabache y luego sus partes íntimas, notó el destello de su teléfono, anunciando un mensaje de texto y una llamada perdida de la pelirroja que atormentaba sus pensamientos y su insaciable deseo. Tiró la toalla al suelo, y se dirigió hasta su cama para ver el contenido del mensaje y estando sentado miró el mensaje el cual decía lo siguiente: “Buenos días, osote dormilón, me acabo de despertar. Vi tus llamadas perdidas. ¿Cómo dormiste? Espero que bien, aunque, n

