Virginia no se encontraba en la mansión, ya que había solicitado un par de días libres por asuntos personales y académicos, por lo que Jennifer ansiaba contarle todas las novedades sobre su nuevo amante, Stavros. Mientras buscaba entre su ropa el vestido ideal para la ocasión, un misterioso golpeteo resonó en la puerta de su habitación.
―Ah, ¿quién podría ser? Archie… yo escuché que se fue esta mañana―murmuró para sí misma, intrigada por la interrupción.
Acompañados por los golpes en la puerta, una voz familiar resonó desde el exterior:
―Ábreme, hermanita, soy yo, Jade. ¡Por favor, déjame hablar contigo, te he notado muy extraña últimamente, ¡dime qué sucede!
Un atisbo de molestia se reflejó en la expresión de Jennifer, que en ese instante ansiaba abandonar ese lugar, sin embargo, p
