Luego de su conversación privada, los hombres regresaron al automóvil donde las mujeres los aguardaban con expresiones curiosas y expectantes. Jennifer fue la primera en hablar, con su cálida sonrisa iluminando su rostro mientras posaba su mirada en Stavros. —¿Todo bien por allá osito de peluche? —preguntó con un tono suave. Stavros se acercó a ella y se sentó a su lado con su porte denotando confianza y seguridad. Una pequeña sonrisa curvó sus labios mientras respondía, mintiendo como el experto que era. —Sí. Todo bien. Tuvimos... que esperar un poco en los baños. Luego, sin perder un instante, tomó su delicada mano entre las suyas, acariciando suavemente sus nudillos con un gesto cariñoso. —Oh, qué bueno, mi osito de peluche —dijo Jennifer con su típico tono de voz empalagoso y coqu

