Stavros salía de aquel sótano, donde se encontraba su laboratorio secreto, en donde la iluminación escasa apenas lograba disipar la oscuridad en cada rincón. El aire en ese lugar era espeso y olía a humedad, la cual era proveniente del cercano mar, pero Stavros estaba acostumbrado a olores de todo tipo. Así que, caminando con su mano sosteniendo su celular dejó por un momento aquel pendiente de tortura porque decidió llamar a la pelirroja de una vez para demostrarle que nunca se equivocaba, sin embargo, aunque no lo queria admitir, pero esa cierta característica de camaradería que tenía Jennifer le gustaba en lo más profundo de su ser porque era primera vez que alguien lo trataba así. Entonces, caminando con sus tres leales guardaespaldas, el frío Stavros esbozando una muy pequeña median

