Killian no perdió la expresión seria del rostro, al escuchar la conclusión de su subordinado ¿desde cuando acá Robin se había vuelto tan bueno tratando de descifrarlo? Sin duda había sido un golpe bajo, claro está sin intención de agobiarlo. El príncipe se acomodó el cabello con sus manos, sin perder el porte, volteando la mirada hacia Alora y luego hacia su beta humano. — Robin no seas idiota, la atracción hacia el sexo opuesto no es más que un juego de hormonas que se pueden controlar perfectamente. Además, los príncipes no nos enamoramos y eso es parte fundamental de tu entrenamiento. Robin no tardó ni medio segundos cuando sacó una libreta del bolsillo interior del saco de su traje para anotar el siguiente paso de su entrenamiento. El muchacho deseaba ser tan fuerte e inteligente co

