Killian sintió como si se hubiera transportado detrás de las murallas. Se encontraba lidiando con un ser de otra especie, un ser que repudiaba nada más de olerlo, tal vez era por naturaleza humana, enemigos naturales como perros y gatos. El príncipe fue tomado por sorpresa, como cuando sale el primer rayo de la tierra antes de la tormenta. Nunca creyó que Eduardo tuviera el valor de confrontarlo de esa manera.
— ¿Crees que me puedes amenazar a través de conflictos diplomáticos? —preguntó Killian sin perder ese porte elegante que lo distinguía.
— Son los licántropos los que no son bienvenidos con los humanos. Los vampiros hemos podido vivir sin ningún problema con ellos. No sé porqué ni cómo lograste tener un perfil tan alto en la sociedad humana, pero si llego a descubrir que algo malo
