Capítulo 5: Aroma a instinto

1805 Words
Intentó concentrarse en sus pensamientos de quedarse en ese lugar para la entrevista de trabajo, suprimiendo con una enorme fuerza de voluntad el impulso animal de buscar por ese aroma tan peculiar, que poco a poco se fue apagando, algo que él agradeció al regresar a sus estribos, se había tenido que clavar las uñas para poder contenerse de salir corriendo a rastrear como un sabueso hambriento. Su estómago de licántropo comenzó a protestar furioso, el olor que despedían los platillos se hacían cada vez más y más presentes, lo cual agradecía bastante para despejar su cabeza de aquel aroma, empezó a salivar, sus papilas gustativas comenzaron a tomar conciencia propia recordando los sabores del mar, haciendo una explosión culinaria entre la mezcla del queso parmesano y el vino tinto, así como las finas hierbas que sazonaba la pasta. Invadido por sus instintos se dirigió a una mesa con el cuerpo caminando por voluntad propia, solo quería comer, tenía hambre y no podía parar su cuerpo lo deseaba, deseaba esa sensación satisfactoria a la que estaba acostumbrado sin tener ningún tipo de esfuerzo requerido por su parte. En la mesa había una pareja de mujeres que lo veían con cierta extrañeza al ver el comportamiento del atractivo joven. El príncipe se acercó un poco a oler el platillo, eran tan delicioso y estaba a unos centímetros de su boca, su culo se movió de manera involuntaria tal cual perrito faldero por la emoción, hasta que una mesera fue quien lo sacó de su burbuja, al tocarlo del hombro. — Disculpe joven ¿se le perdió algo? —preguntó la extraña. — Ahh no, vengo por el trabajo de… ¿cómo se llama? stewart —por dentro su corazón se había roto en mil pedazos por no haber probado al menos un bocado de aquel manjar. — Ahh el trabajo de stewart finalmente un candidato, ven por aquí por favor —dijo la muchacha un tanto aliviada. Las mujeres vieron con extrañeza la escena, observando cómo Kil se alejaba del lugar mientras la mesera de manera amable lo conducía a una oficina detrás de la cocina. Esperó alrededor de treinta minutos cuando un hombre de canas y arrugas pronunciadas abrió la puerta de la pequeña oficina. — Bien, me comentan que usted viene por el puesto de stewart ¿por qué decidió venir a este lugar? — preguntó el gerente de recursos humanos, a Killian le pareció una pregunta estúpida pero aún así decidió contestar.. — Porque están contratando —el joven se apartó un mechón de la cara. El entrevistador no sabía cómo reaccionar ante la respuesta del chico. — Bueno, esa es una respuesta lógica supongo ¿y por qué le interesa el trabajo? — Por que no tengo trabajo y tengo mucha hambre —¿realmente las entrevistas de trabajo eran de esa manera tan estúpida? Kil estaba confundido al igual que el entrevistador. — ¿Alguna debilidad que tenga? — Los príncipes no tenemos debilidades —sonrió orgulloso de su estatus— aunque, el cuello, si me tocan el cuello suelo tener muchas cosquillas. El entrevistador sin saber si decía la verdad o eran mentiras, se decidió a pararse de su asiento para comprobarlo, lo observó con la mirada fija en el cuello, le puso la mano sobre el área y Killian al instante comenzó a reírse como loco retorciéndose en su asiento, después de un minuto en el que el príncipe tenía lágrimas de risa sobre sus mejillas, el hombre canoso al final paró. — Al menos eres honesto —dijo el entrevistador regresando a su lugar. Kil se incorporó reacomodándose en su silla como si ese momento de debilidad nunca hubiera pasado, aclarando su garganta— ¿Y cómo te definirías en un futuro? — Pues si estoy en busca de trabajo... supongo que contratado —dijo Kil por las preguntas tan extrañas carentes de lógica que el hombre le hacía ¿para qué demonios le preguntaba todo eso? Kil no se había dado cuenta que una tercera persona estaba recargado en el marco de la puerta, observando a sus espaldas la entrevista de trabajo que le estaban realizado. — Jefe ¿cómo ve usted? —dijo el entrevistador al hombre de cabello n***o con lentes y un traje sastre horrible al parecer de Killian “lo hace más ver más gordo” pensó para sí mismo. — Me ha sorprendido, contratado —dijo el jefe yéndose del lugar. — Pues el puesto es suyo, empiezas hoy mismo, nos urge que la vacante se ocupe. Killian no entendía muy bien la forma de actuar de los humanos, tenían que pasar por un proceso de preguntas con una lógica absurda, lo hicieron portar un uniforme en apariencia ridículo ¿por qué rayos tenía que vestir un mandil repelente que le cubría prácticamente todo el cuerpo? sin mencionar el mal gusto de las botas de plástico y los guantes, pero todo era por conseguir dinero y poder comer. Había pasado media hora desde la entrevista, cuando llegó vestido portando su uniforme a la cocina. Se recargó sobre la pared con los brazos cruzados mientras observaba el caos que reinaba en la cocina, veía como los cocineros gritaban estresados mientras los meseros llegaban de manera constante llevando platillos y trayendo los platos sucios. Percibió en el lugar un aroma a buena comida que le alimentaban aún más el apetito, mezclado con un olor a caño ¿cómo era posible que hubieran bueno y malos olores en un solo lugar? Comenzó a preocuparse, cuando vio como los platos sucios comenzaban a acumularse de una manera impresionante “pobre del lavaplatos, que irresponsable de su parte dejarse juntar los platos sucios” pensó en sus adentros mientras se acomodaba su negra cabellera, mientras cerraba sus ojos con orgullo al saber que él estaba siendo responsable con su presencia en el lugar, era el stewart después de todo. — ¡Aquí estás princesa! —escuchó la voz de un hombre molesto pero no se preocupó en abrir los ojos, pues le hablaban a una mujer— ¿te encuentras muy cómodo durmiendo recargado en la pared? abre los ojos y sirve para algo por primera vez en tu vida. Kil abrió los ojos al escuchar lo de recargarse en la pared, vio que el cocinero principal había ido hasta él con su gorro blanco sobre la cabeza y su bigote retorcido. — ¿uhmmm? — A ti te hablo, ponte a trabajar que tu pago no va a llegar solo, necesito las ollas y los sartenes limpios por completo a la brevedad. — No soy el lavaplatos —dijo Kil indignado volteando la cabeza al lado contrario de donde se encontraba el chef— yo solo soy el steward. El chef echó a reír con fuerza al escuchar las palabras del joven licántropo, no podía creer lo que le había respondido por lo que lo tomó por broma, pero la inocencia de Killian respecto a los trabajos en general hacían que el príncipe haya dicho sus palabras con mucha seriedad. — Que buen chiste hijo, ahora ve a lavar los platos que para eso te contrataron —le dijo el chef al empujar al joven apuesto con brusquedad con una palmada mostrándole su lugar de trabajo. Las próximas ocho horas, el futuro rey alfa de los licántropos la pasó muy mal, era su primera vez lavando platos y como sabrán su olfato en muchas ocasiones lo traicionó casi vomitando por completo por el olor fétido que despedía su labor, rompió cincuenta platos que claramente su jefe le dijo que lo descontaría de su nómina, las ollas estuvieron mal talladas por lo cual el mismísimo chef tuvo que lavarlas de nuevo en persona por tres veces seguidas. Era mejor haber ido a cazar que conseguir un trabajo, estaba en shock lavando los trastes sin pensar, con la vista perdida en algún punto fijo que no fuera el agua sucia en la que estaba sumergiendo los utensilios de cocina. Las manos le dolía, oh sus suaves y tersas manos ahora iban a quedar arruinadas de tanto jabón, aun con todo y la protección de los guantes era inútil, las manos se mojaban en algún punto. Terminó su horario alrededor de las diez de la noche cuando el restaurante finalmente cerró. Estaba decidido a nunca más regresar a ese lugar, fue a los vestidores a cambiarse, encontrándose ahí con el chef que hablaba con otros meseros sobre cómo les había ido en el día. Arrastró los pies, por el cansancio de haber estado todo el día de pie, se quitó el uniforme, poniéndose su ropa, un rugido sonó en todo el lugar, su estómago estaba más impaciente que nunca. El joven suspiró en resignación por otro día más sin comer, con la cabeza baja viendo al suelo, alguien se interpuso en su camino, subió la cabeza con desánimo y se topó de frente con la cara del chef. — No se qué tragedia habrás sufrido hijo, pero ven conmigo —lo dirigió a la cocina sentándolo en el comedor de empleados. Kil esperó aproximadamente veinte minutos con el ánimo bajo y las lágrimas a punto de salir de sus mejillas. La confusión del príncipe se hizo mayor cuando vio delante de él un enorme plato de pasta con mariscos que el mismo chef había preparado, el ánimo del joven subió de manera instantánea, el olor y la sensación de que finalmente podría comer algo, lo puso de buen humor y una sensación extraña de agradecimiento lo invadió. — Puede que seas un desastre siendo steward, pero sé que no eres mala persona, no puedo dejar que alguien muera de hambre, come y vamos a descansar que mañana será otro largo día. — Gra… Gracias —dijo con lágrimas en los ojos mientras comenzaba a dar bocados a la pasta apetitosa que fue como estar en el cielo. Y es así como nuestro joven príncipe por primera vez en su vida experimentó el agradecimiento por el gesto de un desconocido. Salió de trabajar en su primer encuentro con la realidad humana, dando pasos sin sentido sobre el asfalto mugroso, lo que le provocaba unas nauseas espantosas al percibir los olores como popó acompañado de sudor, orines, sangre seca en algunos lugares, vómito, entre otras cosas desagradables. De nuevo, en medio de la oscuridad a causa de la escasa luz del alumbrado público, ese olor característico a “café con caramelo y pan dulce de naranja espolvoreado con azúcar mascabado con un toque de hierba de la bondad, canela de la india con una pizca de cúrcuma” se hizo presente, dándole una sensación de alivio y paz a su nariz, sus ojos se volvieron completamente negros al escuchar un grito agudo de terror acompañado de ese característico aroma.
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