PRÓLOGO

661 Words
SANTIAGO Nunca pensé que la novia se me fuera a escapar un día antes de la boda. Nicole era de ese tipo de mujeres a las que le llamaba “salvajes” y ella era la más especial de todas con ese espíritu. Llegué una noche antes de nuestra boda para sorprenderla con un ramo de flores. Según las creencias de mi abuela, regalarle flores a tu prometida un día antes de que se convierta en tu esposa era de buena suerte. ¿Pero qué pasa en los casos en donde la novia, literalmente, está escapando por la ventana? — ¡Nicole! ¡Nicole! ¿¡Dónde estás mi amor!? —Grité al entrar al departamento. Aventé las llaves sobre la mesa y caminé hacia la recámara. El departamento estaba casi vacío luego de que habíamos buscado un lugar para poder comenzar con nuestra vida de casados. Llevaba dos semanas vendiendo sus cosas porque queríamos empezar de cero. No era necesario que lo hiciera porque el dinero para mí no era un problema. Eran las diez de la noche y había estado nerviosa durante todo el día. Lo más seguro es que estaría descansando por lo que decidí entrar y dejarle el ramo de flores para que despertara con la sorpresa. Mi vida cambió en el momento en que abrí la puerta. Cambió tanto que el futuro se iba a volver tan retorcido que ni yo mismo me iba a reconocer. — ¿Nicole? —Pregunté al aire al ver la cama hecha en medio de la soledad. Vi que las cortinas de la ventana estaban meciéndose con el viento que se escapaba habitación adentro. Dejé las flores sobre la cama y entonces mi corazón dio un vuelco al ver a Nicole bajando como si fuera un mono asustado por el balcón. Llevaba el vestido de novia puesto y el cabello revuelto por las prisas. — ¡Nicole! ¡Nicole! —Le grité al ver la locura que estaba haciendo. Ella se detuvo por un momento y nuestras miradas chocaron por un segundo. Aspiró aire haciendo notar su nostalgia, no pude distinguir bien si tenía los ojos húmedos pero la prisa y el pánico por irse de ahí era evidente. — ¡Nicole! ¿¡Qué haces Nicole!? Lo único que recibí de ella fue silencio y la mirada de su espalda, porque sus ojos estaban clavados en el suelo donde dio un brinco y empezó a correr como si se el fuera la vida en ello. — ¡Nicole! ¡Nicole! —Grité. Al ver que no le importaba manchar su vestido en el lodo, a pesar de haberlo recogido por delante para poder correr mejor, por el pasto recién regado, supe que algo andaba mal. Ella se había pasado hablando de su vestido durante semanas y lo había guardado de una manera especial que nadie más que ella lo podía ver. — Mierda Nicole —. Dije con esfuerzo porque estaba empezando a bajar a través de la ventana. Puse todo el empeño en bajar lo más rápido que pude, incluso dio un salto mortal que hizo que aterrizara de nalg**as al suelo. Me levanté y corrí desesperado hacia su auto que ya estaba encendido. Cuando llegué a ella golpeé la ventana de carro al ver que la puerta tenía seguro. Tan solo un par de segundo me arrancaron la vida. Cruzamos miradas por última vez, ella los tenía sumergidos en lágrimas, el labio inferior le temblaba, cerró sus ojos lamentándose y arrancando el auto. — ¡Nicole! ¡Nicole! ¡Nicoleeee! —Aceleró perdiéndose en el horizonte y a mí dejándome con mil dudas. Me dejé caer en el suelo viendo cómo huía de mi vida sin darme ninguna explicación. Y así fue como perdí al amor de mi vida antes de volverla a ver y deformarnos hasta no reconocernos más. ¿Que si eran verdad las creencias de mi abuela? Mentira, me habían pasado por el cu**lo.
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