4.

1338 Words
Se miran entre ellos, Sebastián se acerca a colocarle mas firme el antifaz —Sal y demuestra que no eres una niña — ordena.  Escucha los gritos prohibiendo de afuera, el ruido de las copas y silbidos. La música sonando, sigue bebiendo a la par de Isa y sonríe —¿Y Sam quien es?— insiste preguntando. Isa se acerca quedando frente a sus ojos — Era la reina de este club y la que mejor tenía clientes — asegura.  Acaricia su cabello detrás, ella lo mira por el espejo y ve como asiste con su cabeza en cada cosa que Isa decía sobre San —¿Murió?— pregunta asustada. Sebastián se acerca a su oído —No, sólo que se enamoró y nos dejó. Pero tú no lo harás, ¿no es así?— pregunta presionándola. — Claro que no porque necesito este trabajo, no quiero casarme con Andrew ni con nadie — dice firme a su propia decisión.  Isa hace que acerque sus manos — Ojalá alguna vez puedas conocer a Sam y veas que tan iguales son en pensamientos, espero que puedas cumplir y verás que serás feliz aquí — le asegura sonriendo. —¿Me presentarán a todos como Tina, ahora? — les pregunta mirándolos. — Si, si ya no te llamas más Cristina. Tu pasado quedó atrás y ahora eres una mujer completa nueva — le explica mirándola. Se queda con eso que su jefe le explicó y su única amiga que había hecho  en ese lugar. Respira hondo, se pinta los labios rojos pasión y se levanta de su asiento. Nerviosa al máximo, esa ropa que le ayudo a ponerse Isa con esos tacos negros alto, le hacían reflejarse a otra mujer madura y más bella. El cabello acomodado y las cejas bien depiladas también —Muchas suerte y no dejes que nadie se sobrepase contigo, ¿entendido? — pregunta. Nerviosa retrocede chocándose la pared con su espalda, de dónde provenía todo el lío solo la separaba una tela en ese pasillo —¿Debo salir al escenario y bailar? — pregunta tartamudeando. Le apoya sus manos en sus brazos y la acaricia para que sienta un poco de confianza —Si, solo es bailar y seducirlo a los hombres que pagaron para verte, luego vienes y terminas tu día, es fácil Tina — le explica. Asustada mira esa tela que lentamente después de que el dj la presentará como Tina, se empieza abrir lentamente y todos aplaudían para que aparezca. La música comenzó a sonar, una música bien sensual, Sebastián le alcanzó un tequila bien fuerte que se lo bebió en un sorbo y salió. El cabello atado, se lo desató y tomo el caño que encontró frente a sus ojos. Sonrió y bailo, se arranco el vestido corto quedando en ropa interior frente a todos, continúo bailando mientras los sujetos gritaban súper descontrolados.  Mientras tanto Sebastián se cruzó de brazos para contemplar todo el show —Es la indicada — asegura. Isa se queda completamente muda, no la veía asustada, tímida y menos retraída. Todo lo contrario, un fuego le nacía que daba excelente en ese escenario, y se le vino a la cabeza nuevamente a Sam. Sonríe y cree estar loca —Es perfecta, es como si Sam regresará después de unas largas vacaciones —sostiene. Sebastián la mira —Se ven tan iguales, ahora sí nos irá bien — le toca el brazo.  Isa sonríe sin parar, se apoya y siguen viendo todo el show. Ya todos le gritaban por el nombre que le habían puesto ahí pero algunos también le decían Sam golpeando la mesa, recorre cada mesa y sonríe en silencio. Un hombre la toma del brazo —Sam, volviste — le dice acercándose.  Rápidamente retrocede, mira hacía atrás que Sebastián le hace un gesto que acabe el show y sonríe. No dice nada y se aleja. Se sube al escenario y saluda a todos que pedían más, la tela se cerró y se fue hacia donde estaba su jefe. La esperaban con dos vasos de tequila, los recibe entre sus manos y los bebe.  Cansada y transpirada —Si ya terminé, me iré a mí camarín. Con permiso — dice caminando. Isa se la cruza y la aplaude — Eres la nueva perla del bar, te felicito — le dice mirándola. Sonríe —Gracias — responde cortante.  Le hace una seña para que cruce —Lo lograste y sobreviviste al primer día — se burla. Le guiña un ojo y sigue su camino. Una vez que finalizó todo el baile, su cuerpo temblaba en aquel camarín, se mira al espejo y llora. Se sentía tan sucia como angustiada pero a la vez es lo que merecía para esconder de un tipo tan poderoso como Andrew Repp, respira y se saca lentamente el antifaz. Sigue mirándose al espejo y ahora sí un poco se reconoce pero empieza a quitarse todo el maquillaje, ata su cabello y apoya sus brazos en su escritorio donde tenía los maquillajes. Unas manos se apoyan en sus hombros, levanta su mirada y ve a su nuevo jefe —Fuiste extraordinaria allá fuera, no sabes lo mucho que espere a alguien como tú en mí bar — asegura.  Lo observa —¿Porque algunas personas creían que era Sam? — pregunta con curiosidad.  —Sam vino con muchos fantasmas del pasado, espero que tú sepas primero resolverlos para después saber sobre ella — le responde.  Recuerda que no hace mucho, después que ese hombre la buscará en la casa de sus padres y se la llevará con él. Aún lo recuerda bien Andrew Repp la ayudas bajarse de la camioneta, levanta su mano para ordenarle a sus empleados que tomen las maletas y la toma fuerte del brazo, recuerda esa presión intensa que le producía una sensación de corte —Esperate que me haces mal, ¿no lo ves?— pregunta quejándose. Larga una carcajada — Ya te acostumbraras, vamos — ordena.  En el camino, fue la primera vez que pudo ver bien a ese hombre, la camisa blanca se le remarcaba bien los brazos trabajos, la corbata azul marina le coordinaba con los zapatos mientras que el pantalón n***o también. El cabello castaño claro buen cortado, un gesto serio y su mirada apagada fría. Se notaba que tenía mucho dinero pero soledad le atravesaba toda su vida —¿Eres millonario? — pregunta mirando todo las decoraciones de la enorme casa.  Unas mujeres la saludan, no la deje responder y la hace ingresar a esa casa. Las paredes color blanca, los cuadro de pintores famosos y una foto enorme de él. Continúa observando cada detalle, nunca le gustó perderse nada con las casas ajenas y vio que lo mantenía todo ordenado, nada fuera de lugar y vamos mujeres trabajando para que se vea impecable ante las miradas de las personas que iban. Los diplomas de la carrera que launa finalizó y sin fotos familiares parecía anónimo ante la mirada ajena, observa detrás de la cortina de una ventana gigante y puede ver seguridad armada por todo el alrededor de jardín como vigilando cada centímetro de ese lugar. Se aproxima detrás de ella —Algo así, por eso necesito eso que ves — señala a su personal. Se voltea —¿Porque me quieres a tu lado cuando puedes tener a la qué quieras ?— pregunta de repente.. Acaricia su mejilla — Tienes algo especial y siento que eres la indicada para mí — asegura.  Observa como baja la mano, la pone en sus bolsillos del pantalón y retrocede dándole su espacio —No lo creo — responde cortante.  —Ya vas a ver qué si — contraataca con su respuesta.  Asustada por todo lo que en el pueblo decían de él, se atreve a preguntar igual —¿Me harás daño?— pregunta nerviosa. Desde ese día sintió que su vida estaba en manos ajenas, de alguien tan cruel como Andrew Repp y que ya nada sería igual.
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