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1560 Words
CAPÍTULO 3 —Te he tenido en mi mente desde que tengo memoria —dice, acariciando mi rostro con delicadeza, como si se tratase de un objeto frágil. Lo observo con atención ignorando mi corazón desbocado—. Incluso tuve miedo de irme hace cuatro años y que encontraras compañero, un compañero que no era yo. —Su voz cálida se torna dolida, gruñendo cuando termina de hablar como si estuviese imaginando la posibilidad de que eso realmente sucediera—. Tú y yo estamos hechos para estar juntos, Alice.  Cundo dice eso, mi corazón da un vuelco que me hace suspirar. Hace tan solo unos días, no pensaba ni en la mínima probabilidad de ser la compañera de Stefan, quizás fantasee con ello, pero jamás creí que podría pasar. Pero ahora, no imagino a otra persona en su lugar. Él da pequeñas mordidas en mi cuello acariciando mi piel con su nariz lentamente, mi mente no es capaz de procesar ninguna clase de información. La sensación electrizante me marea, Stefan toma mi barbilla con sus dedos dejándome observar sus dos pozos azules. Nuestros labios chocan expectantes, deseosos al contacto y cuando vamos a unirnos en un beso somos interrumpidos por el sonido de la puerta ¿Siempre tiene que ser así? ¿Siempre tendrán que interrumpir este tipo de momentos? —Stefan —casi grita mi hermano con notable nerviosismo y apuro—. Tenemos un problema. Los dos nos miramos preocupados y nos dirigimos a la sala a pasos agigantados al ver mi hermano tan alterado, que suele caracterizarse por tener un temperamento envidiablemente impasible. Stefan se detiene manteniéndose a un paso delante de mí, como si tratara de protegerme.  —La pícara tiene algo que decirnos —anuncia mi hermano situándose al lado de Stefan con inquietud. —¿Qué sucede? —pregunta mi compañero, apretando mi mano suavemente. —Escuche a mi manada de pícaros, hablaban sobre atacar Red Moon. —¿Por qué querrían atacar a mi manada? —Pregunta Eric observándola con extremo recelo—. Supongamos que es así. ¿Por qué querrías ayudarme, y traer esta información? —veo a Eric con rabia, casi diciéndole que pare, la chica tiene cara de que está a punto de llorar—. De todas formas, tú eres una pícara, y estarías traicionando a tu manada. —Nunca fue, ni será mi manada, alfa. —¿Cuál es tú nombre? —le pregunto haciendo que la chica voltee sorprendida. Supongo que alguien no la trate mal o no la mire con pena o culpabilidad es algo raro. —Ivonne, luna, mi nombre es Ivonne.  —¿Por qué venir y arriesgarte a morir? Podrías haber muerto por traicionar a tú manada, y por entrar a nuestro territorio —la chica me ve tímidamente. Como si quisiera decirme la verdad, y a la vez no. —Porque —vuelve a bajar la cabeza—. ¿Podrían por favor creerme? Vine aquí porque no quiero más gente muerta, no más.  —¿Por qué te importa la gente de mi manada? —Eric interviene nuevamente. —Eric, deja de ser tan fuerte con ella —Irina observa a Eric severamente—, Creo en ella. Tienes mi voto de confianza. No me hagas arrepentirte. —Y el mío —exclamo con seguridad.  —Supongo que ahora somos tres —concuerda Claire.  —No dejare que esta se una a mi manada. Por algo fue desterrada —Eric vuelve a cuestionar. Este hombre puede ser estresante y hasta detestable cuando se lo propone. —Bien, entonces estará en la nuestra —Stefan voltea asombrado y la vez enojado. —Una traicionera no puede estar en nuestra manada, Alice —aprieta la mandíbula, tratando de ocultar su enojo. —Es la compañera de Jay, tiene todo el derecho.  —Alice —replica. —Es su compañera, tiene toda la razón —Aiden habla molesto—, en cuanto traicione la manada, será desterrada. —No —Stefan gruñe—. La mataré de la forma más dolorosa que encuentre ¿Entiendes, pícara? —Sí, alfa. —Dijiste que seríamos atacados, ¿Y eso sería cuándo? —pregunto.  —No lo sé. Será entonces cuando ustedes regresen a su territorio. —Tú manada no dejará mi territorio, Eric —recordé que para la coronación de Stefan vino toda la manada de Eric. Que en realidad no es grande.  Otros alfa asistieron pero sin sus manadas, exceptuando a Eric, que parecía tener una conexión especial con la gente de su paquete. —Stefan, amigo, mi manada necesita estar en su territorio, no quiero que sean atacados. —No lo será —Ivonne los mira a ambos—. No creo que serían tan estúpidos como para meterse con dos manadas tan fuertes, bueno, no lo creo. Un golpe seco hace que todos nos veamos con pánico y temor dibujado en nuestros rostros. La muy poco sonada alarma de pícaros suena sin cesar llenando todo el lugar del horrible sonido. Mierda. —Creo que si son lo suficientemente estúpidos como para hacerlo.  —Aiden, busca a varios omegas fuertes, diles que lleven a todas las mujeres y niños al refugio, que los guerreros se encarguen de ellos y tú —él toma mis manos fuertemente—. Ve, y cuídalos, cuídate, por favor —me besa suavemente la cabeza despidiéndose.   Un chico entrelaza su brazo por el mío acatando la orden que le da Stefan e ignorando mis intentos de quitármelo de encima, llevándome al refugio a rastras. —¡Stefan no! —grito—. Déjame ayudar. —Ayudaras cuidándote —exclama con voz de alfa—, ahora ve. Trato de zafarme de los brazos del chico moviéndome desesperadamente. Fallando, una y otra vez. Necesito estar con él. Necesito asegurarme de que estará bien. —Luna —murmura por lo bajo—. Por favor luna, usted es importante, y si le pasa algo la manada no será tan fuerte como lo es ahora. Abre la puerta del refugio, nunca había entrado aquí pues nadie se había atrevido a atacar a nuestro paquete. De hecho, las veces que ha sonado la alarma fue por simple simulación. Siempre se encuentra en remodelación, haciendo más y más fuerte el refugio asegurándose de que resultara imposible salir y entrar de allí.  Entro cabizbaja, la mitad nuestro paquete está aquí, al igual que la de Eric. Los niños juegan con cualquier juguete del área de infantes ignorantes de la situación en la que estamos comprometidos. Observo de arriba a abajo, es del tamaño de la sala, sino más grande. Al parecer, la única que faltaba era yo. Por lo cual cuando se baja la puerta de seguridad le sigue otra, que parece ser de plata. Me acerco a pasos lentos con curiosidad.  —Alice no —dice Claire, acercándose a mí—, es de plata, cualquier persona que trate de salir o entrar, será lastimada. —¿Es una puerta doble? —pregunto fascinada, y a la vez bastante horrorizada. —Así es —me contesta intentado sonreír, sé que intenta aliviar el nerviosismo que ya es casi palpable a nuestro alrededor. Pasan aproximadamente dos horas y ya hay personas caminando en círculos con desesperación. De repente una chica se tumba al piso gritando de dolor.  —¿Qué sucede? —le pregunto, sentándome al lado de ella. —Mi mate, luna, mi mate —la chica rompe en llanto posando su mano en mi hombro—. Está herido. Veo su mordida, él la ha marcado, por lo cual ella podría sentir todo lo que él siente. —Estará bien —aliento temblando con nerviosismo. —No lo está —sus labios tiemblan al decirlo. Vuelve a sonar un pitido similar al de la alarma, a diferencia de que está indica que ya ha terminado todo. La puerta de plata sube, revelando la de metal, cuando abren la puerta todos corren, el que abre es Aiden, que a simple vista se ve bien a pesar de algunos rasguños y moretones. Claire al verlo corre para saltar encima de él abrazándolo, yo simplemente me quedo esperando a Stefan, quién no llega —¿Estás bien? —le pregunto y me asiente con la cabeza para abrazarme. —¿Y Stefan? —los ojos de mi hermano oscurecen un poco, mostrándose sumamente serio. —Aiden —tomo su cara en mis manos—, mírame —baja la mirada, tratando de zafarse de mí agarre—. ¿Y Stefan? Aiden, ¿Dónde está Stefan? —grito casi llorando. —Alice tienes que calmarte, solo cálmate y te diré. —Y una mierda Aiden dime donde esta Stefan —mi voz sonó dura. Por un momento creí que lo había perdido, hasta que olí su fragancia. Al frente de la puerta aparece un Stefan con la camisa rasgada en forma de garra, el pantalón roto, y con rastros de sangre en su cuerpo. Aun así me lanzo a él, abrazándolo fuertemente, mientras que él me envuelve en sus brazos con delicadeza. —Stefan, tú deberías estar en cama —le regaña Aiden. —Ni creas que te vas a deshacer tan fácil de mi hermosa —me dice con voz ronca, ignorando el comentario de Aiden, que así sea Stefan, que así sea. 
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