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3127 Words
CAPÍTULO 1 —Entonces —dice Claire mientras suelta la flecha de su arco, casi dando en el blanco—. ¿Crees que el alfa nuevo sea bueno? —No lo sé —le digo, repitiendo su acción mostrando fingido desinterés. Estaba claro que me importaba, y mucho—. Ni me importa. Solo estaré ahí por Aiden. A los dieciséis años de edad es normal que cada integrante de una manada entre a la etapa de la transformación, que por alguna razón, nunca llegó para mi amiga y para mí. Con la luna llena a tope y en todo su esplendor, brillando en la noche oscura a los frondosos árboles del bosque los aullidos resonaron durante toda la noche, dejando en evidencia los adolescentes que finalmente habían conocido a su lobo interior. Claire esperó demasiado porque lo mismo sucediera con ella días después de cumplir los dieciséis, y se dio por vencida al amanecer, cuando no pudo sentir a su loba en absoluto. Yo viví lo mismo con ella, permaneciendo en silencio, rogando en secreto a que mi loba me dijera algo en mi mente, pero no sucedió. Para mi suerte y desgracia, la misma noche que cumplí la edad pautada hubo una hermosa luna llena, en la que noté que mi loba no hacia acto de presencia. Fue mi miedo convertirme en una paria social, y lo hice, por poco tiempo. Con los recién transformados observándome raro y mis padres hablando con preocupación a murmullos como si no tuviese un oído desarrollado. Luego de Claire y yo decidimos ser las arqueras de la manada. Ya que no tenemos garras ni colmillos, usamos arco y flecha. —¿Recuerdas como reaccionaron nuestros padres cuando les dijimos que practicábamos tiro con arco? —Digo, riendo mientras tomo otra flecha para darle en el blanco—. Mi padre dijo que era cosa de cazadores. —Como no acordarme, a mi padre casi le da un infarto. Hasta que entendió que la manada necesitaba más que garras para sobrevivir —repite mi acción, y nuevamente, su flecha casi da en el blanco—. No entiendo, siempre das en el blanco fácilmente. —Chicas —exclama mi mamá entrando al patio, hoy luce tan radiante como siempre. Con su sonrisa brillante posa sus manos a las caderas, frunciendo el ceño como si estuviese en contra lo que estamos haciendo—. Creo que deberían comenzar a arreglarse para la coronación. —Ciertamente —concuerda Amanda, la mamá de Claire que más bien es como mi tía—. Quién sabe si quizás esta noche consiguen a su compañero. —Vamos má, solo tenemos dieciocho —exclama Claire con fastidio, haciendo una mueca exagerada de disgusto—. No quiero estar atada a una persona tan rápido. —Amor, cuando descubras lo que se siente vas a ver que... —Amanda planea con seguir insistiendo pero Claire la interrumpe alzando la mano en señal de paz. —Sí, sí, que no es una atadura que es amor verdadero. Ven Alice, vamos a arreglarnos. Claire entra a la casa de la manada y yo me acerco a Amanda con una sonrisa pícara en los labios con la perfecta determinación de molestar a mi amiga un rato. —Ya verás tía, que cuando consiga a su mate no pensará lo mismo —susurro, sin dejar de sonreír con suficiencia. —¡Escuché eso! —gritó Claire. —Era el punto —grito de vuelta, corriendo a su dirección. Subimos a mi cuarto en pasos rápidos, donde Claire se echa en mi cama mirando el techo con una expresión de confusión que me da risa. Risa interna, por supuesto. No me atrevería a reírme en su cara, eso sería demasiado para ella, sobretodo en estos momentos donde debe de estar viviendo alguna clase de colapso mental. —¿Te das cuenta que hoy llega Aiden? —Suspira, como si estuviese soñando—. Después de cuatro años.  —No lo escondas Claire —dije, echándome a su lado para ver su rostro intranquilo—. Sé que no quieres una "atadura" con nadie porque amas a Aiden. —Él debe tener compañera Alice, ni siquiera se debe de acordar de mí. Además, hoy será el nuevo beta, no creo que le gustaría estar con alguien que tuvo su transformación a los dieciocho. La veo boquiabierta sin poder ser capaz de emitir una sola palabra con claridad, Claire se ha transformado en mujer lobo y no me dijo nada al respecto, lo que significa que ahora yo era la única aquí con más de dieciséis sin tener a su lobo. Estaba en una rara mezcla de sentimientos de inseguridad, felicidad y nerviosismo. Sin embargo, nada de eso distaba a sentirme feliz por mi amiga, que finalmente había logrado convertirse como todos los demás. —Alice, yo… —me mira a los ojos, como si estuviese muy arrepentida—. Iba a decírtelo, lo siento, no quería que te sintieras inferior. —No pasa nada —replico, intentando lucir calmada—. ¿Me muestras? —¿El qué? —A tú loba. —Ah, sí, claro —murmura, con el rostro rojo de la vergüenza al quitarse la ropa. Sus uñas, las cuales siempre están perfectamente pintadas de n***o —hecho del que la admiro demasiado, yo no puedo tener las uñas perfectas todo el tiempo—, se convierten en garras largas y afiladas, capaces de destruir y romper hasta lo más difícil y duro. Un gruñido animal sale de su boca que parece ser de puro dolor, sus ojos azules ahora eran de un extraño pero hermoso tono amarillo brillante, dejando en evidencia linda loba de suave pelaje marfil. Toco su agradable pelaje y noto para mi asombro que es en realidad muy alta, casi del tamaño usual de un beta. Antes de que pueda contar diez vuelve a su forma humana con los labios temblando de los nervios. Le sonrío con orgullo, sabiendo que tendrá más poder que cualquier lobo normal. —¿Así que, qué te parece? —pregunta ansiosa. —Tú loba es realmente hermosa. Si yo fuera Aiden, me encantaría estar con una loba tan irresistible —añado con sorna, a lo que sus mejillas se tiñen de un rojo adorable que me hace reír con ganas. —No me des esperanzas Alice, se fue a entrenar hace cuatro años. En ese tiempo pudo haber pasado mucho. —Como también pudo no haber pasado nada. Aiden, quien ahora tiene veinte años de edad y al que no veo desde que tiene dieciséis es mi único hermano y mayor por dos años. Será el nuevo beta de nuestra manada, el segundo al mando. Hace cuatro años se fue a entrenar a una zona sin habitar junto a otros futuros alfas y betas de diversas manadas. Mis padres y los del alfa luego de la transformación de estos hicieron un trato junto otras manadas para entrenar a todos lo alfas y betas de manera correcta. Nuestro mundo se ha visto sacudido por ataques de otras especies como cazadores, vampiros, demonios, brujas, incluso hadas. La rivalidad, por desgracia, existe, se supone que cada ser debe de vivir en paz, pero años atrás una guerra azotó a nuestra gente como para dejar de pensar en la amenaza de nuestra gente, en el miedo que nos causa pensar en nuestra extinción. La guerra nos ha dejado sin miles, con muchas manadas desaparecidas, desbastadas, y acabadas por completo. Por lo que nuestro entrenamiento es alto para mantener el rango de la defensa física lo más elevado posible en caso de un ataque. Claire ha estado enamorada de Aiden durante doce años, casi toda una vida. Tanto ella como yo no lo vemos desde un día antes de su transformación. Hoy día de la coronación  de los tres al mando nuestra manada, por fin veremos a mi hermano. —Igual tú tienes que aceptar que todavía no lo superas —añade con voz cantarina, como si supiera algo que yo no. Entrecierro los ojos esperando a que no saque el tema a relucir. —¿Qué cosa? —inquiero tratando de obviar el tema. —Aún no olvidas a Stefan, Alice. —Pienso igual que tú Claire, Stefan es el alfa y su luna tiene que ser fuerte. Yo ni siquiera me he transformado no espero conseguir compañero hasta que lo haga. Debe tener compañera a este punto. —No lo creo —hace una mueca, arrugando la frente con una expresión pensativa—. Si no hace mucho nos hubiésemos enterado, ¿No lo crees? Alzo los hombros en respuesta, dejando en claro que no quiero hablar más acerca de ello. Luego de pasar más tiempo del debido conversando, Claire y yo nos vestimos con nuestros respectivos vestidos y hoy ha sido un día de mucho alboroto, he de admitir. Mis pobres oídos quieren llorar, nunca había lamentado tanto tener la capacidad de oír a larga distancia. Todos se encuentran corriendo de allá para acá, quejándose de tener trajes demasiado largos, cortos, anchos. Algunas chicas gritan, vistiéndose, maquillándose, incluso se pueden escuchar gritos de las chicas de la manada que dicen cosas como "¡Ashley, pásame mi tacón!" "No, quiero el vestido rosado, no violeta" "¡Dios! ¡Mi maquillaje ha quedado horrible! ¡Arréglalo, por favor!" los sonidos de tacones bajando las escaleras de la casa de la manada es al parecer el sonido principal. —Wow —dice Claire mirándose en el espejo—. Luzco, lucimos. Wow, el maquillaje hace maravillas. —Lo sé —suelto una carcajada. Nuestros vestidos son similares, a diferencia que el mío era más claro y tenía forma de X en el pecho. —Alice, Claire —interrumpe mi madre abriendo la puerta de la habitación, para luego mostrar una cara de asombro y una gran sonrisa—. Lucen hermosas—. Dice, con los ojos llorosos para acercarse a nosotras y darnos un apretado abrazo que se torna incomodo a los segundos. —Mamá, necesito respirar —digo sin aire por la fuerza ejercida y ella nos suelta de inmediato. Bajo los peldaños con cuidado, ya que no soy gran experta con los tacones. Puedo tener sangre lobo en mis venas, pero la torpeza también es parte de mí. Puedo notar vestidos de muchos colores y variados estilos, todos muy elegantes y formales en camino a donde será el evento. Las personas bajan apuradas gritando que van a llegar tarde o cosas similares. Al llegar abajo puedo visualizar a mi papá, los padres de Claire y su hermano, el delta. —Muchachas —exclama mi padre, esbozando una gran sonrisa afable que nos hace sonreír a nosotras también—. Lucen verdaderamente hermosas. Luego de los muchos halagos de nuestros padres, y besos también que dejan marcas de labial en nuestras mejillas —que son difíciles de sacar—, nos dirigimos a donde será la coronación. En realidad parece más un matrimonio, mis madre y yo nos sentamos en primera fila con mi tía y Claire. Mi padre, el de Claire y su hermano están detrás de la tarima, ya que serán parte de todo este evento. —Alice —me susurra Claire entre dientes, a lo que entorno los ojos de respuesta. Ya va a comenzar a molestar, ella de verdad, tiene problemas para mantener silencio en los momentos serios. Si no tuviésemos una audición tan desarrollada y así no pudieran escuchar lo que conversamos, sería bueno burlarse de todo un poco, pero teniendo en cuenta nuestra “condición” mantenerse estrictamente callado en situaciones como estás es un requisito. —¿Qué sucede? —Lo siento —murmura, la miro confundida, ¿Qué sentía? ¿A caso se está volviendo loca de repente? —. A mi mate, lo siento. —¿Tú mate? —pregunto sorprendida, casi en un chillido, ganándome miradas curiosas de los demás a lo que los veo sobre mi hombro con vergüenza. —Si Alice, puedo sentir su olor, mi loba está loca por buscarlo —dice en el tono de voz más bajo que puede emplear, estoy a punto de contestar cuando una voz interrumpe nuestra conversación. "—Alice —dice una voz dentro de mi mente —Alice, sigue el olor. " "—¿Qué? ¿Quién eres, y por qué me hablas dentro de mi mente?" "—Soy Kya, tú loba, Alice." "—¿Mi loba? ¿A qué te refieres? —exclamo confundida. ¡Mi loba! tiene que ser un chiste de mal gusto. "—Siento no haber salido antes, pero se me ordeno salir en este momento." "—¿Puedes decirme de que me estás hablando?" "—Se me ordeno salir cuando encontrases a tu compañero, ahora sigue el olor." —Kya gruñe, haciéndome despertar de mi profundo shock. Estoy a punto de pararme de la silla, pero una voz me lo impide. —Buenas noches manada Moon Light —dice Vladimir, el alfa que hoy deja de serlo. Los presentes se levantan de sus asientos al escuchar su voz, luego de esto hace un gesto para que todos vuelvan nuevamente en sus puestos—. Está noche, estoy orgulloso de decir que he pasado, junto mi beta, Sergey Vólkov—, observo a mi padre con una sonrisa, quien me devuelve el gesto y luego ve fijamente a mi madre con amor—. Mi delta, Anton Petrov y por último, pero no menos importante —dice este mirando a su luna, una mujer que para su edad parece de treinta con brillantes ojos azules y cabello castaño claro—. Mi luna, Irene de Ivanova Vorobiova, trescientos años, gobernando esta manada, quien ahora pasa a manos de mi hijo, Stefan Ivanov Vorobiov.  Mi corazón late desbocado, con fuerza, como si quisiera salirse de su lugar. Dada a mi condición, es raro que mi corazón se acelere de repente, no puedo relatar una vez que me halla sentido de esta manera anteriormente. Un delicioso olor invade mis fosas nasales que ciegan tanto mis ojos como mi mente, dejándome a su merced. El indescriptible deleitoso aroma a chocolate y fresa se hace más fuerte, golpeando mis sentidos inmovilizados.   La manda aplaude y grita, al ver entrar a Stefan, sus abismales ojos azules se hacen de un tono más fuerte, más oscuro. Él me ve fijamente, como si estuviese evaluando cada una de mis reacciones corporales. Me siento expuesta bajo su mirada, como si él supiera hasta mi más íntimos secretos, como si fuera capaz de leer mi mente y meterse en lo más recóndito de mi ser. Él respira hondo, y sé que está tratando que controlar a su lobo, al igual que yo lo estoy. "—Mate —gruñe Kya —síguelo y deja que te marque Alice." Trato de ignorar a Kya, aunque parezca una tarea imposible de realizar, quien gruñe como loca en busca de su marca. —Aiden Vólkov —prosigue Vladimir, con su discurso el cual no soy capaz de escuchar a buena voluntad. Mi hermano quien recordaba flaco y alto, ahora es mucho más musculoso y alto con su cabello castaño perfectamente peinado. Noto que sus ojos verdes brillan con intensidad buscando a alguien con la mirada. —Mate —dice mi loba viendo a Stefan, al darme cuenta que Claire ha dicho lo mismo, nos miramos confundidas. —¿Tú mate es el mismo que el mío? —pregunta abriendo los ojos con miedo. —¿Qué? No, no, no puede ser. ¿Quién es tú mate? —le Pregunto, dándome cuenta cómo mi amiga se sonroja como un tómate. —Aiden —susurra en lo bajo sonriendo. —¡Sí! —Chillo bajo—, lo sabía, lo sabía. —¿Tú mate es? —Stefan —trago saliva al decir su nombre, que se siente como una eternidad que no lo he pronunciado. No quiero que me rechace, no podría aguantarlo. Claire voltea y sonríe como el gato de Cheshire. —Y Jay Petrov, son los nuevos alfa, beta y delta —dice Vladimir, al cual no le había prestado atención. Lo siguiente que escuché fue que Stefan iba a hablar. —Buenas noches manada Moon Light —dice Stefan, con su voz ha cambiada. La que antes era infantil y suave ahora es ronca y masculina, causando un escalofrió desde mi columna vertebral hasta mis brazos—. Es un orgullo ser alfa de esta gran manada, yo, Stefan Ivanov Vorobiov prometo serle fiel a está manada, a todos y cada uno de los integrantes, sin importar su rango o comportamiento, prometo anteponer sus vidas a las mías, y castigar cualquier traicionero o pícaro que quiera lastimar a los nuestros. No puedo escucharle hablar más, mi loba ni siquiera me deja pensar en paz sin gruñir. Luego de un gran discurso de Stefan, mi hermano, y Jay, todos nos dirigimos a donde será la celebración. Cuando veo a mi hermano acercarse corro a sus brazos que me reciben con amor. —¡Aiden! —Chillo alegre—, pero mírate nada más. ¡Te extrañé mucho! —Y yo a ti enana, mírate a ti, estas hermosa, ahora tendré que hacer trabajo doble. Lo miro curiosa, cruzándome de brazos sin comprender lo que me dice, —¿Por qué? —Porque tendré que cuidar de Claire y de ti —susurra en mi oído—. Está hermosa, es la más bella de aquí —articula con cuidado, mientras que la como si estuviese en un trance, hipnotizado, a lo que ella trata de disimular mirando al suelo. —Eh, sí, yo —intento seguir la conversación pero me es imposible, porque el aroma divino entra a mi olfato. Diviso detrás de mi hermano como Stefan venía dando pasos largos, casi como si quisiera correr—. Tengo hambre—, en ese momento salí corriendo del lugar hacia los jardines, no quiero hablar con él, no ahora. —¡Alice! —Grita—. Ven aquí. Corro hasta que no puedo más, mis tacones son muy altos y en lo que siga así voy a romper un tacón o me caeré de bruces ridículamente. Camino hacia un árbol, donde me apoyo para tomar aire, el aroma se hace cada vez más fuerte y cercano, debilitándome de una manera que no puedo describir. —Hermosa —murmura más para él, que para mí—. No vuelvas a tratar huir de mí lado—. Dice, tomándome de la cintura de repente—. Mía —gruñe en mi cuello—. Sólo mía. —Tuya. Sólo tuya.
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