—Qué... ¿Qué fue lo que dijo? —Pregunto cerrando las manos en puños. Procesando letra por letra cada palabra emitida de su garganta. Carraspea girando la silla de piel en que se encuentra monárquicamente acomodado y observa la bulliciosa cuidad de Washington desde el último piso de la torre más alta. —Nada. —Responde simplemente., detonándome la rabia contenida. Esa furia invasiva que llevó reprimida desde hace años y que ahora, ante el cúmulo de eventos negativos e injustos no logro controlar. Menos aún cuándo claramente le oí murmurar acerca de mi madre., lo que nunca se debe decir: Jamás desearle la muerte a nadie. Pues Sam siempre lo asegura: "Las oraciones de burros constantemente llegan al cielo." ¡Y estoy tan vulnerable respecto a tal situación, el panorama poco alentador y m

