—O... —Trago saliva. > —¿O-orianna Henderson, dijiste? Ríe con intensidad, y apresa aún más mi mano, la cuál, seguramente estará sudando en frío gracias a los garrafales nervios que me consumen hasta las entrañas. —Sí. —Asevera bastante simpática. —¡La misma! —¡Ah! —Jadeo esbozando muecas que distan de asemejársele a una sonrisa. —I-igualmente. —Puntualizo percibiendo la sangre agolpándose directamente en mis pies. Tira suavemente de mi extremidad y me conduce a los sillones, (únicamente dos) que adornan el interior del avión. Un avión que con honores llevaría el título de jet personal. Tapizado de moquette azul, en dónde mis zapatos se hunden., invitando a descalzarme y descubrir si es tan sedosa como aparenta. —¡No te aflijas! —susurra alegre., quitándome la valija, y entr

