El viaje de veinte minutos desde la escuela hacia el restaurante de comida rápida, en lo que a mí refiere, se realizó en absoluto silencio. Escuchando a mis tres hermanos acomodados en los mullidos asientos traseros conversar sin cesar., sin dar crédito a que cientos de miles de palabras salgan de aquellas cuerdas vocales. Christopher elogiando el coche deportivo., cuestionando si el motor hidráulico, (del que recién hoy comprendo su existencia) le proporciona mayor practicidad a la conducción, y generando varias ojeadas admiradas de parte del sexy chófer. Más aún tras oírle confesar que su deseo gigantesco es conocer los rally de Miami. Alexandra por el contrario, debatiendo entre chillidos el porqué dejaron a Rapunzel castaña, cuándo en realidad debió culminar la película tan rubia

