Mis sueños y esperanzas se fueron al caño, apenas Matteo puso los ojos en Gabriela Santis, la encargada del área publicitaria de Santoro S.A., sabía por Verónica que la mujer estaba interesada en su marido. Desde que llegamos a Monterrico, Matteo transformaba cuando estaba frente a ella, supuse que él estaba enamorado y que no era correspondido, sea lo que sea no era mi problema.
- Bella – la voz de Verónica me trajo a la realidad
- Perdona, estaba pensando en el trabajo – Mentí a mi mejor amiga
- Te preguntaba, si acompañarías a Matteo a Quetzaltenango – Asentí, teníamos que revisar otros planos que al parecer el encargado de la obra no entendía, solía suceder que el encargado del diseño fuera quien resolviera las dudas, pero al ser asistente de Matteo tenía que a donde quiera que fuera y hacerme cargo de los cambios que el diseño necesitaba
- Si, aprovecharé para ver a mis padres, los extraño mucho – la mirada de Vero me evadió, mordí mi labio y me regañe mentalmente, ella con tantos problemas que tenía y todos eran de índole familiar debía sentirse mal por la situación
- Lo siento – musite
- No te preocupes Bella, no es tu culpa, sabes que lo intente, intente de todo con mi familia y nada funciono – por supuesto que lo sabía, era quien la acompañaba en su dolor, en sus penas y tristezas
- Olvídate de tristezas, le hará daño a mi sobrino ¡Haz tu listado! – grite emocionada, empezaba totalmente complacer en todo, no podía compensar la falta de su familia, pero podía llenar de atenciones su vida como una hermana
- Bien, no te quejes después – me encogí de hombros
- No tengo miedo, miedo debería tener Sandro, utilizare su tarjeta – bromee, mientras ella me lanzaba el almohadón de la sala
- Cielos, nos llevarás a la ruina – dijo sonriendo
- Es imposible, pero lo intentaré – me levanté antes de que pudiera lanzarme otro objeto y salí a mi habitación vivíamos todos en la misma casa, excepto Gabriela que no acepto, creí que había sido por decencia pero ya no sabía que pensar sobre ella.
Los días corrieron pasaron, volvimos a Quetzaltenango el jueves al medio día, Matteo me había invitado a comer, algo ligero para luego conducir hasta la obra donde tenían problemas, era un poco complicado estar entre tantos hombres, muchos se los albañiles me miraban como si dudaran de mi capacidad, los ignore y me concentre en el problema y la manera de resolverlos, estuvimos al alrededor de tres horas en el lugar, supervisamos el proyecto habitacional en Piedra azul, cerca de las seis de la tarde, Matteo condujo hasta mi casa.
- Gracias – el asintió y se despidió, estuve tentada de invitarlo a pasar, pero dude que aceptara, él estaba acostumbrado a lujos que ella difícilmente podría darle en su casa
- ¿Isabella? – mi madre debió escuchar el ruido del motor, porque estaba parada junto a mi padre en la puerta de nuestra casa
- ¡Hola! – corrí emocionada, no me había separado de ellos por muchos días y la verdad que era muy difícil, estaba acostumbrada a verlos y saludarlos todas las mañanas, no tenía fortuna monetaria, pero me sentía la mujer más rica del mundo, mi familia lo era todo para mí.
- ¿Por qué no llamaste? – Mi padre me regaño mientras yo le sonreí
- Quería darles una sorpresa, ¿lo he logrado? – mi madre negó con la cabeza
- Cielos Bella, pareces una niña, cualquiera que te viera, dudaría que eres una profesional madura y capaz - se burló de mí
- Tengo hambre – dije para no seguir con la charla, no, no era feliz cuando mi madre tenía razón, era una niña cuando estaba con ellos, si alguien más me viera moriría de vergüenza
Mamá había preparado unos ricos tamales de chipilín con queso y salsa, era una delicia que no cambiaría por nada, ni por los mejores platos de marisco en Monterrico, saborear esto era la gloría.
- Y bien ¿Qué tal son las playas de Monterrico? – papá preguntó, mientras tomaba una taza de café, granos molidos por mi madre
- Hermosas, pero el calor es realmente espantoso, echo de menos este clima – Monterrico era precioso, pero difícilmente podía adaptarme al clima caluroso de la zona, andar prácticamente sin nada de ropa era cada día una tentación a la que no podía ceder.
- Y ¿Verónica? – mi madre siempre preocupada por mi amiga
- Después de lo último que su madre hizo, bueno tratando de recuperarse, pero estamos para consentirla ¿verdad? – pregunté esperando que mi madre asintiera
- Verónica tiene antojos de tus ricos tamales – sonreí, en realidad, se los había ofrecido, el problema es que no tenía una idea de cómo se hacían, podía diseñar la construcción de un edificio sin dificultad, ¿pero envolver un tamal?, era una misión imposible para mí.
- Lo tendré listo cuando tengas que volver hija – amaba a mi madre, sin duda era la mejor
- Te amo – dije mientras bese su mejilla, me despedí de mi padre para poder ir a mi habitación, el viaje había sido cansado sumando al trabajo que hicimos estaba deseando dormir y no despertar hasta la semana siguiente.
El día viernes, trabajábamos la mayor parte de la mañana. Matteo había estado ansioso después de la hora del almuerzo, algo totalmente raro en él, pero no me atreví a preguntar, no éramos precisamente amigos, nuestra relación era laboral para mi pena.
- Quieres un café – ofrecí amablemente yo necesitaba uno de emergencia eran cerca de las cinco de la tarde y moría de hambre
- Gracias, lo apreciaría – él sonrió y estúpidamente sonreí, ¿Qué tenía ese hombre que me hacía sentir mariposas en el estómago? Olvide un momento esas emociones, mientras me concentraba en preparar el café, prepare la bandeja, dos tazas de un riquísimo café artesanal, el olor me hizo suspirar. Camine de vuelta a la oficina, pero no estaba preparada para lo siguiente que sucedió, mi tacón de diez centímetros se enredó en la alfombra y lance la bandeja al suelo, cayendo prácticamente en las piernas de Matteo y mis labios se unieron a los suyos. Fue la sensación más hermosa aunque fuese accidentada hasta que…
- ¡Matteo! – la voz de Gabriela, se hizo escuchar ¿Qué hacía ella allí? ¿no se suponía que estaba en Monterrico?, no tuve tiempo de pensar porque Matteo prácticamente me lanzo fuera de él
- Gabriela, espera- escuche decirle, Gabriela iba camino a la puerta ¿Qué había entre ellos?, no lo sabía y no quería saber si era sincera, Matteo salió y no regreso esa tarde, levante la porcelana rota y limpie el piso, la Alfombra difícilmente se limpiaría.
El sábado trabajamos medio día, fueron las horas más largas de mi vida, Matteo, no hablo durante el tiempo que estuvimos en la oficina, parecía como si no existiera para él, había sido un roce de labios de manera accidental, pero sentía que el actuaba como si me hubiese aprovechado de él, ni siquiera me permitió disculparme. Se fue a media mañana sin despedirse dejo una simple nota en el escritorio, con el horario de salida para el próximo lunes, suspiré, esto no podía ser peor.
El domingo preparé mis cosas que llevaría, fui a comprar el encargo de Verónica, visite la Panadería más famosa de la ciudad, compre de todo un poco, al volver ayude a mi madre en lo que pude, por supuesto fui más un obstáculo que una ayuda, cuando la envoltura del tamal se desparramo y mamá prácticamente me hecho de su cocina.
Aproveche el destierro de la cocina para platicar con papá y su situación con el Restaurante, al parecer no había una resolución sobre su caso, lo que me enojaba, papá sería incapaz de tomar algo que no fuera suyo, pero el dueño se empeñaba en un pequeño desfalco, pero no se atrevió a denunciarlo ante las autoridades porque sabía que no tenía pruebas contra él, en el mundo siempre había personas que se aprovechaban de su puesto de trabajo o dinero para desprestigiar o trabajadores honrados, le había sucedido a ella y también a su padre.
- Todo saldar bien papá, no dejes que mi madre te vea preocupado – mamá seguramente sería capaz de ir y armar un escándalo en el restaurante de proporciones mayores
- Tratare hija, me consuela saber que tienes un trabajo – mi padre tan preocupado como siempre
- Estaremos bien – musite mientras le daba un abrazo y un beso, cenamos después de eso con bromas y risas, lo he mencionado antes mi familia es la mejor.
El lunes llegó y con ello, la realidad de ver a Matteo enojado, estaba cansada de que se comportara de esa manera había sido un accidente nada más que eso. Subimos a la avioneta de Sandro, Matteo fingió dormir en el trayecto hacia, la Ciudad de Guatemala, cuarenta y cinco minutos aterrizamos en la Ciudad, el auto de alquiler que habíamos solicitado esperaba por nosotros, subí a la parte trasera del vehículo, mientras Matteo subió junto al chófer, estaba evitándome como la peste y cada minutos que pasaba de esta manera hacía que mi enojo aumentara. A diferencia de Matteo, no fingí dormir, me dormí todo el camino hacia Monterrico.
- Llegamos – su voz denotaba enojo, no me detuve a verlo, salí del auto y los brazos de Verónica me recibieron calurosamente, le hice la entrega total de su encargo mientras caminamos hacía la sala, Gabriela estaba justo ahí, ¿Cómo le hacía?, salí al parecer tenían una reunión de trabajo y eso no me incluía, fui a mi habitación a dejar mi maleta, Verónica, preguntó por la situación, claramente no iba a preocuparle.
- Bella, te conozco, ¿dime que te sucede? – Verónica siempre tan intuitiva como siempre, resigne a contarle lo ocurrido
- No sé cómo decírtelo Vero yo… Matteo – mire hacia otro lado, no era capaz de decirle esto y verla a los ojos – Bese a Matteo – dije en un susurro, tan bajo que dude por un momento que hubiera sido capaz de escucharme
- ¿Qué? – mi amiga estaba impresionada
- Fue sin querer te lo juró, tropecé con la alfombra y prácticamente caí sobre él nuestros labios quedaron juntos, fue eso solamente, pero el hombre actúa como si yo Isabella Estrada lo hubiese violado – termine diciendo enojada, mi rostro debía estar rojo, porque sentía caliente hasta las puntas de mis orejas
- No te rías – dije al ver que ella rompió en risas
- Creo que estas exagerando Bella – dijo sin parar de reír, le parecía gracioso, mi situación.
- No, quien exagera es él, desde ese día, apenas me dirige la palabra, ¿puedes creerlo? Verónica, fue un roce de labios, ni siquiera fue un beso como tal, pero él parece furioso conmigo, además de cargarme con más trabajo de lo normal, apenas entró a la oficina y él sale, me evita como la peste – dije por fin expresando cada uno de mis pensamientos
- Quizá le gustes y no sabe cómo actuar – hubiera dado lo que fuera porque lo que decía Verónica fuera verdad, pero temía que el enojo de Matteo era por otra cosa
- Por todos los cielos es un hombre de 30 años, parece un niño actuando de esa manera, no, no estoy exagerando – dije eufórica
- No he dicho nada Bella, cálmate – Verónica respiró su amiga a veces era algo intensa
- Te conozco, no lo has dicho pero lo has pensado, es más lo estás pensando – la acuse apuntando con mi dedo en su dirección
- Más bien creo que eres tu quien actúa como una niña enamorada, ¿sientes algo por Matteo? – la pregunta de Verónica dio en el clavo, pero no era capaz de afirmarlo
- Yo, no lo creó, realmente es guapo y todo, pero no creo que sea mi tipo de hombre
- ¿Cuál es tu tipo de hombre? Isabella ni siquiera has tenido un novio en más de cinco años – El que recordará esa triste verdad me hizo sentir incomoda, David había sido mi único novio, me dejo sin darme ninguna explicación hasta que me entere de que se había casado con otra mujer
- Olvídalo, Matteo de Rossi sinceramente no es mi tipo de hombre – dije dando un largo suspiró, era el hombre que hacía latir mi corazón, pero él no se fijaría en mi con seguridad...