Kiya desconocía al hombre que estaba delante suyo, los ojos que un día la vieron con tanto amor, ahora la ignoraban por completo. — Sé muy bien la respuesta a esa pregunta, es no — la voz de Ricardo fue firme — lamento que se diera cuenta de una manera que desconozco de la realidad de la situación, no obstante, jamás dejaría a mi hija ya que ella nunca me abandonó cuando estuve en la prisión. — ¡Estuvo en la prisión por culpa de ella! — Bastián señaló a Kiya y ella bajó la cabeza — escucha muy bien, no voy a descansar hasta verte sumida en la más profunda desesperación, como tú me dejaste después que me atropellaste. — ¡Basta! — Ricardo puso a Kiya detrás suyo para protegerla — no tiene idea el corazón lleno de nobleza que mi hija tiene, si ella lo atropelló fue por mi culpa, por el bor

