Kiya se limitó a bajar la cabeza, ella tomó un poco de café y sentía como la profesora la miraba de forma insistente.
— Escucha, tienes que tener un poco de calma. Empezaré a averiguar por empleos para ti, quizás mis conocidos sepan de algo.
— Profesora, realmente se lo agradezco, pero, usted sabe muy bien que tengo la carga de esta casa y no puedo estar dándome el lujo de esperar una oferta de trabajo que no sé si va a llegar en algún momento.
— Pero puedes salir… Violada… No, no voy a permitir que trabajes en ese sitio; además recuerda que debes cuidar a Zali.
— Esa será una de las condiciones que pondré, Zali tiene que venir conmigo al trabajo.
— Eres muy confiada, yo no la llevaría a esa tienda de mala muerte; si ese tipo es capaz de acosarte, puede hacer lo mismo con Zali.
— Nad
