La señora Camille miró como las dos mujeres caminaban cabizbajas, sus hombros encorvados y sus miradas fijas en el suelo. Sus cabellos, antes perfectamente peinados, ahora se encontraban enmarañados y desordenados, como si algo hubiera anidado en ellos. Mechones despeinados colgaban en diferentes direcciones, y se podían notar pequeñas ramitas y hojas atrapadas enredadas entre los hilos. La imagen reflejaba claramente el caos en el que habían estado inmersas, como si cada enredo y nudo representara la tensión y los desencuentros de su pelea reciente. — Que locura — Kiya empezó a reír — juntar a esas dos es como poner una mecha junto a la nitroglicerina. La carcajada de Kiya fue tan contagiosa que muchos de los presentes las acompañaron, luego de que Matilde y Yuri se arreglaran fueron a

