Kiya se sentía culpable por las palabras llenas de halago que Bastián pronunciaba tan dulcemente, ella solo quería creer que realmente merecía todo eso. — No puede comprar a una desconocida con mi madre, ella sea lo que sea pues es mi mamá y eso no se puede cambiar. Antes no era así, cuando mi papá estaba con nosotras era muy amable y dulce conmigo; decidí quedarme con eso y no con lo negativo. — Muy bien, accederé a lo que me pides pero a cambio tienes que tutearme, ya estoy cansado de tantas formalidades. También prometo que consideraré lo de la hipoteca de esta casa, ya hice unos cuantos movimientos para que los intereses no suban y se queden estables, también si prefieres puedo perdonar la deuda, al final no es mucho dinero. — Suficiente con lo que has hecho, no quiero que perdones

