Si Yuri era blanca, en estos momentos parecía harina. Miró como Matilde dobló la esquina y no se dió vuelta, así que sus esperanzas de que fuera una broma se había desaparecido como la única mujer que podía arreglar un cuarto diferente. — Bueno, te dejo que te acomodes — Bastián tomó a Kiya de la mano — vamos cariño, hay que ir a ver a Zali. — ¡Bastián, espera! — Yuri lo detuvo y él la miró — lo que Matilde dijo acerca de las víboras, ¿Es mentira, verdad? — No, aquí por ser una zona rural hay muchas serpientes que son venenosas y no venenosas — él se soltó de la mano de Yuri — así que ten cuidado, en la bodega creo que hay un libro para que puedas reconocer las que son de cada especie, te recomiendo que lo leas. Yuri quedó en medio del pasillo mientras veía como estaba sola. Kiya se pu

