El día siguiente. Desperté temprano como de costumbre. Me duché y me coloqué mi traje n***o y corbata plateada. Pasé por la puerta de la habitación donde Nain durmió la noche de ayer. Quise detenerme, pero decidí no despertarla. Anoche después de cenar nos acostamos bastante tarde platicando en la sala. Bajé a la cocina, en busca de mi café irlandés antes de irme a la oficina. —¡Buenos días, Juliana! —Digo, sentándome en la mesa. —¡Buen día, para ti también! Aquí está tu café. —Dice Juliana poniendo el café sobre la mesa. Abro el periódico que está en la mesa y le doy un sorbo al café. —Juliana, cuando Nain despierte llámame a la oficina. —Digo con la vista en la página de economía y política. —Ella se marchó hace una hora aproximadamente. Pensé que lo sabías. Ni siquiera espero