Capítulo 2

1247 Words
Diez y treinta de la noche... -Buon compleanno a te... Buon compleanno a te... Buon compleanno papà... Buon compleanno a te!- Cantaban Nain y Elena a su padre. —¡¡¡HORA DE PEDIR UN DESEO!!! —Gritaba Nain emocionada. —¡Vamos papá, pide tu deseo, sopla las velas! —Está bien. —Cerro sus ojos, pidió un deseo y sopló las velas —¿Qué pediste, picaron? Te aseguro Nain que nuestro papá pidió una novia —Dice Elena entre carcajadas. Todos rieron. —Ahora abre tus regalos. Éste es el mío. —Indica Elena extendiendo una bolsa roja. —Espero que te guste papá. El señor Contí, abre la bolsa y saca de ella una pequeña caja, dentro de ésta se encuentra un hermoso reloj antiguo, él lo observa maravillado y sonriente y levantando la mirada... —¡Gracias, mi hermosa fiori! Pero creo que te equivocaste —La mira seriamente. Ella lo mira extrañada sin saber que decir. —Pero... pero pensé que te gustaría. Es un hermoso reloj como aquel que tenías en una foto cuando eras joven, de ahí tome la idea y pensé que te gustaría —Contesta decepcionada. —Pues, este reloj debió ser para ti, tal vez de ese modo aprendes a llegar temprano a tus compromisos. — Suelta con una carcajada y Nain se ríe como loca. —¡Ja, ja! Muy gracioso papá. Cada día confirmo más de dónde Nain saco su sentido del humor. —Dice girando los ojos. —Vamos Elena, vas a negar que esa fue una pasada. —RÍE. —Bueno, ahora es mi turno. Abre tu regalo papá. —Dice pasando una gran bolsa a su padre. —Espero que te agrade. El señor Contí, toma la bolsa y la abre. De ella saca algo grande envuelto en otro papel, al desenvolverlo sus ojos se llenaron de lágrimas y se levantó para rodear la mesa y abrazar a sus hijas. Era un hermoso retrato de Fiona la madre de ambas. —No hay día en que extrañe a su madre. No veo la hora en que pueda reunirme con ella, se fue tan pronto y no tuvimos tiempo. —Dijo entre lágrimas volviendo a su asiento. —¡Gracias! Siento que hoy es el mejor día de todos mis años. Me siento orgulloso de ustedes. De ti, Nain que has crecido y eres tan hermosa y bella como tu madre. Tienes su mismo espíritu y carácter. Altruista y liberal. Espero poder ver cuando te recibas de la universidad y estar en todos tus logros. —Le dió un beso en la frente y se giró hacia Elena y la sostuvo de las manos. — Y tú, mi pequeña, tan caótica. Siempre llegas tarde, pero vale la pena esperarte para ver tal hermosura. Eres tan parecida a mí y tienes la misma inocencia de Fiona, también deseo verte triunfar en lo que decidas y en caso de que no logre verlas porque me haya puesto viejo y el destino decida que ya es la hora, recuerden que, serán dos que las estarán cuidando desde algún lugar. —Terminó diciendo mientras seca sus lágrimas. —Papá, no hable de ese modo. Parece que te despides y aún te falta mucho por vivir. Me destrozas el corazón. —Responde Nain, entre sollozos. Y nuevamente, en ese momento volvió a inundar su pecho aquel sentimiento de horas atrás y la incertidumbre se apoderó de su mente. «¿Por qué mi padre habla de esa manera? ¿Será que se despide de nosotras? No puede. Él es un hombre fuerte y sano nada anda mal. ¿Por qué habla de esa manera? Quizás sea por la conmoción del momento. Sí, seguro es la emoción del momento que le hace decir esas cosas» Pensó para sí misma mientras veía a su papá y su hermana comiendo pastel y observando el retrato de su madre. Luego la voz de su padre la saco de sus pensamientos. —Ya pidamos la cuenta, quiero descansar. Mañana será otro día, mis hermosas fiori. —Está bien, papá. —Dijo con una sonrisa. —¿Nos pueden traer la cuenta? ¡Por favor! * * * Once y cuarenta de la noche. «¡Demonios! La cogida con esa rubia y el whisky estuvieron deliciosos. Lastima que ya se acabaron mis vacaciones aquí. Ésta madrugada debo viajar a mi ciudad, tengo tiempo de dormir al menos cuatros horas antes de irme» Pensaba el desconocido mientras conducía a toda velocidad el Masserati Mc20, cruzando los semáforos en rojo y todos se asustaban a su paso por la rapidez en que conducía. * * * Media noche. Las calles de Florencia estaban heladas y un viento recio se hacía presente, todo indicaba que llovería esa noche. Nain, su padre y su hermana se disponían a salir del restaurante para cruzar las calles. Entre carcajadas y distraídos en su conversación, cuando de repente un viento recio sopló provocando que ya estando del otro lado de la acera el sombrero de su padre saliera volando al centro de la calle. —Yo lo busco papá, espera. —Dice Nain, viendo el sombrero que reposaba en medio del camino. -Tranquila hija, espera aquí yo lo recojo, es solo un segundo ¿Qué podría pasar? —Dice sonriendo. El padre de Nain iba cruzando la calle, no sin antes mirar de un lado a otro y, aparentemente la calle estaba vacía. Elena y Nain se encontraban tonteando distraídas en la otra acera y ninguno se percató de cómo se acercaba un auto fantasma a toda velocidad que impacto al señor Contí que se encontraba recogiendo su sombrero cayendo al otro lado del pavimento, el dueño del automóvil no se detuvo siguió su camino como quien se lleva por delante una bolsa de basura insignificante. Elena corrió desesperada al otro lado de la calle gritando por ayuda. —¡¡¡POR FAVOR AYUDAAA!!! ¡¡¡MI PAPÁ SE ESTÁ MURIENDO!!! —Vociferaba. Mientras que Nain se quedó en shock, viendo el automóvil que se alejaba como alma que lleva el diablo. Los gritos desesperados de su hermana la hicieron reaccionar y corrió hacia donde estaba el cuerpo de su padre. —¡Pa... papá! Despierta por favor. —Sollozaba paseando sus manos por el rostro de su papá. El lugar se llenó de curiosos que salían del restaurante a mirar la escena. Unos miraban con lastima, otros intentaban ayudar y algunos intentando llamar a urgencias. Minutos más tarde llegaron los paramédicos para recoger el cuerpo sin vida del señor Contí. * * * «¿¡Qué rayos hacia ese anciano en medio de la calle!?» dice el sujeto mientras aparca a un lado de la carrera, después del reciente suceso. «Solo a un estúpido se le ocurriría hacer eso» Piensa mientras posa su cabeza en el volante del auto. Luego eufórico por la adrenalina de la noche, molesto azota el trablero y luego trata de recuperar la compostura. «¿Qué debo de hacer? ¿Debo de volver? No, no, no. Luego me detendría la policía. Mejor me largo. Por suerte, hoy me marcho de aquí y espero que no me hayan visto o que no reconozcan el vehículo, aunque... de todos modos en esta ciudad abunda este tipo vehículos —hace una breve pausa— Sí... Sí. Me voy. Nadie me reconocerá» Enciende el vehículo y se marcha, mientras observa el retrovisor despavorido.
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