1. TARIFA, ESPAÑA

1284 Words
Sharif Excelente clima, una hora de ejercicio y un delicioso café. Todo es perfecto para que sea un excelente día ¿y cómo no? si hoy por fin cerraría el negocio que tanto había estado esperando con mi mejor amigo de la infancia, Abiud, los dos venimos de familias muy tradicionales y adineradas en Marruecos y aunque cualquiera diría que tuvimos una excelente vida hasta ahora, no es así. Nuestras familias llevan años tratando de arreglar matrimonios para nosotros con personas de nuestro “estatus”, agotados de todas las molestas locuras de ellos y luego de un arduo trabajo en las empresas de éstas, pudimos recolectar contactos y nuestro propio dinero para iniciar un negocio juntos, por eso, una vez él me habló de todo el proyecto y tras analizarlo con detenimiento; no tuve dudas de ejecutar el que ha sido nuestro sueño desde niños. Desde hace algún tiempo Abiud estuvo persiguiendo un pez gordo en España, en la última llamada que me hizo dijo que por fin había podido concretar una cita con él, el tema era que debíamos viajar a Tarifa, España, puesto que él viajaría después a Canarias para un evento al cual debía presentarse y ahí no tendría tiempo en su "muy ocupada agenda". Es así como optamos por programar todo, compré los tiquetes y viajé dos días antes, claro que era mucho tiempo considerando que apenas hoy me encontraría con Abiud y a su vez sería la entrevista, pero necesitaba escaparme con urgencia de Marruecos antes de que mi familia me terminara de enloquecer por enésima vez con el tema de la boda y los nietos, ya no sé cómo hacerles entender la realidad en mi vida sobre ese asunto. —¡Sharif, acá! —escucho su muy emocionado grito a lo lejos. Abiud a pesar de los años no cambia y eso me encanta de él, siempre tiene una sonrisa en el rostro que es imposible no contagiarte aún en los peores momentos. —Hola Abiud, tiempo sin verte hermano —nos damos ese abrazo que necesitábamos con urgencia, pues hace un año que dejamos de vernos. —Por un momento pensé que te arrepentirías de hacer todo esto. —¿Bromeas? Claro que no, sabes que ha sido nuestro sueño desligarnos de nuestras familias y prácticamente llevamos toda nuestra vida planeando esto —reímos con tanta emoción que es como ser niños otra vez. —Definitivamente a nuestras familias les dará un ataque cuando se enteren, ya los estoy escuchando —ambos volteamos los ojos solo de recordarlos. —No lo dudes, pero en fin, ya una vez podamos obtener lo que queremos no será necesario seguir con toda esta farsa ante ellos y a ver si dejan también ese tema de casarnos. —Ni me lo recuerdes, recién hace una semana tuve que escaparme de una cena de compromiso, pero vamos que nos están esperando y la verdad ya quiero escuchar las palabras mágicas. Definitivamente este día será perfecto. (…) Lucero —¡Luz despierta ya! ¡esa alarma lleva sonando desde hace horas!, no sé para qué la pones si al final terminas levantándote tarde. —Ash, no molestes Alison solo serán cinco minutos y ni siquiera ha sonado la primera vez —respondí con total fastidio ante el inminente grito de Ali. —¿En serio Luz? Me preocupa esa forma en la que ves el tiempo, dijiste que tenías que levantarte a las cinco y ya son las siete y media, ¿no se supone que debías estar a las ocho con el señor Valdini? —¡¿Qué?! ¿Cómo que son las siete y media? —me levanto en el acto mirando el reloj. —Maldición Alison por algo te digo que seas mi otra alarma, debo apresurarme o no alcanzaré a llegar a la reunión. —Llevo desde las cinco despierto y aburrido de apagar tu alarma, mejor sal de esa cama si no quieres que te castigue por culparme de tu falta de responsabilidad y puntualidad —una corriente helada pasa por mi cuerpo solo de recordar lo que me hizo la última vez. —No gracias, no me he recuperado del anterior castigo. Salgo disparada de la cama a ducharme y cambiarme rápidamente, lo bueno es que siempre he tenido el hábito de dejar todo listo en las noches, al menos algo bueno debía sacar de tantas exigencias de mis padres. Alison y yo llegamos hace un par de meses a la ciudad de Tarifa, España. Él por fin tomó la decisión de contarle a su familia que es gay y aunque ambos sabíamos en el fondo el resultado, nunca nos separamos, sino que armamos todo un plan para hacer este viaje en caso de que pasara lo peor y henos aquí. Realmente él y yo la hemos pasado un poco mal con nuestras familias, ellos son católicos y de los peores, desde la vestimenta, la forma de actuar e incluso con las comidas fue un horror. Mis padres y los de Alison son amigos desde hace muchos años y aunque no son malas personas, cuando se meten con el tema religioso es como si algo se apoderara de ellos. Recibimos muchos castigos desde la niñez por parte de nuestros padres y los padres del otro, los cuatro tenían derecho a regañarnos y castigarnos si así lo consideraban, lo cual nos trajo consecuencias muy fuertes a ambos por cualquier cosa que hiciéramos, sin embargo, eso hizo que nos volviéramos más unidos y ahora por fin estamos acá persiguiendo nuestros sueños, Alison como fotógrafo (aunque su mayor sueño es ser modelo) y yo como escritora de una columna independiente, la combinación perfecta en todos los sentidos. Ya por fin lista con un vestido blanco, zapatillas y una coleta alta, salgo corriendo para alcanzar al señor Valdini en el Restaurante Mandala, es bueno que encontráramos un apartamento cerca de ahí, aunque mejor no decirle eso a Alison si no quiero subirle más el ego. Estuvo muy insistente en que escogiéramos un lugar cerca de donde trabajaríamos así nos costase un poco más, sobre todo por mis retrasos a la hora de levantarme, pero también tiene que entender que dormir siempre ha sido lo más exquisito del mundo para mí. Luego de diez minutos de una increíble carrera puedo ver el restaurante a media cuadra, ya estoy a punto de llegar, sin embargo, cuando doblo para ingresar al establecimiento tropiezo con una saliente en el suelo que no alcancé a divisar y para mi desgracia dos hombres van saliendo del lugar, caigo sobre uno de ellos, su café se derrama sobre mi ropa y siento el ardor en mi piel, por suerte no está hirviendo, pero sí puedo sentir la quemadura. A los dos segundos el señor Valdini va saliendo del restaurante logrando ver toda la escena y se queda observándome muy sorprendido al comienzo para luego verme con asco y decepción. —Sabía que usted no era más que una niñata que le falta madurez y profesionalismo, espero que no sea tan atrevida de volver a llamar para una entrevista —él se aleja del lugar tomando un taxi perdiéndose en la distancia. Sabía que esta mañana no sería tan buena teniendo en cuenta que tuve que correr, no pude arreglarme bien, me levante tarde y salí sin desayunar, pero lo que me esperaba en ese restaurante no estaba previsto ni en mis peores pesadillas. Si hubiese bajado la velocidad de la corrida o sin tan solo me hubiese levantado más temprano, no habría perdido la entrevista, pero especialmente, no habría terminado en sus brazos llena de café y con mis ganas de golpearlo por ser un idiota.
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