Capítulo 40: Vida de pueblo chico

2714 Words
Una de las desventajas de vivir en un pueblo donde todo el mundo parecía conocerse, era que los habitantes siempre buscaban la manera de reunirse, para ponerse al día con la vida del otro, cosa que Bethany odiaba con todo su ser, no era más que una reunión de chismes, algo que le parecía tedioso y molesto.   En ese día en particular, el evento para obligar a todos a ir, fue una beneficencia, para recaudar fondos para los orfanatos de la ciudad, era una buena causa, pero todo el mundo sabía que no estaban allí por eso, todo era una insultante pantomima, al menos el dinero acabaría en buenas manos.   —¿Cuántos pasteles hiciste? — pregunto ella a Callaghan, mientras lo ayudaba a descargar bandejas y bandejas de dulces, desde la camioneta perteneciente al servicio de entrega de la repostería.   —Demasiados para contarlos. — respondió su rubio hermano.   Durante el día de beneficencia, como lo apodo su prima Cassidy, quien obviamente planeo todo el acontecimiento, se realizaban diferentes actividades, como por ejemplo una vendimia, donde los establecimientos alimenticios más famosos de la ciudad, donaban de sus deliciosos platillos, como por ejemplo la repostería para la que trabaja Callaghan, las cajas con postres deliciosos parecían multiplicarse en lugar de acabarse.   Estaban reunidos en la plaza principal de la ciudad, la cual media aproximadamente 320 metros de largo por 106 de ancho, lo que le daba esta rectangular estructura, en el medio de la misma se hallaba una hermosa glorieta de cemento, con un estilo vitoriano, diferentes caminos te llevaban hasta allí.   En ese momento una banda local organizaba sus instrumentos, dentro de la glorieta, los toldos llenaban los pasillos, el delicioso aroma de bocadillos inundaba el ambiente, un poco más allá se encontraba una granja de animales portátil, para que los niños jugaran con los animalitos, además de un conjunto de trampolín y castillo inflable, para ser capaz de disfrutar todas atracciones tenías que comprar un ticket, de esa forma se estaba recolectando todo el dinero.     Betty debía admitir que todo estaba organizado a la perfección, y que las personas lucían más felices de lo que esperaba, tenía recuerdos muy diferentes de los eventos anteriores a los que asistió de pequeña, quizás el grupo de urracas pertenecientes a la generación de su Madre, fueron quienes tergiversaron las buenas causas, después de todo seguía considerando a su progenitora como una hipócrita egoísta.   —Quédate aquí, yo terminare de traer las cajas. — le pidió Callaghan cuando llegaron a su puesto del día, ella asintió, mientras su hermano regresaba a la camioneta, ella comenzó a preparar los postres sobre la mesa.   —Todo se ve delicioso. — dijo alguien tras ella, volteándose velozmente, porque le asustaron, noto quien era.   —¡Asher! — exclamo, sobresaltada.   Tres días pasaron luego del baile, y ella lo estaba evitando, solo un poco, porque habían intercambiado algunos mensajes de texto.   —¿Necesitas ayuda en algo? — pregunto él.   —Yo no. — negó apenada con la cabeza. — pero Callaghan está trayendo cajas, cajas y más cajas con millones de postres, creo que se le pasó la mano.   —Muy bien. — respondió, mientras observaba hacia la dirección por la que se perdió el rubio, minutos antes. — iré a ayudarlo, después de todo es mi pastelería. — dijo sonriente, para después perderse entre la multitud.   Ella continuo su trabajo, necesitaba tener la mente despejada, cada vez que observaba a Asher, algo en su interior se revolvía, de repente pensó en Matt, quería platicarle, estar segura de que entre ambos no habría segundas oportunidades, pero sentía que la respuesta era más que obvia, porque el día anterior le envió un mensaje vía w******p y las dos palomitas pintadas de azul, le indicaron que no deseaba responderle, si el pelinegro decidió continuar con su vida sin mirar atrás ella también lo haría.       Un rato después, la mujer con la ayuda el pelirrojo distribuían unas mesitas, más unos bancos, frente al stand de repostería, ella se reía de sus estúpidos comentarios, como que por ejemplo la señora Irma, una Madre de nada más y nada menos que siete hijos, iba a escaparse en cualquier momento y dejar a sus hijos tirados, porque la expresión de la mujer parecía ser de completo pánico, quería salir huyendo, ¿Y quién no? Sus hijos corrían alrededor de ella como pequeños chihuahuas.   —Entonces.— dijo Callaghan distrayéndolos a ambos de su imprudente conversación.— ¿Se avecina el regreso de Basher? Lo pregunto porque debo de estar preparado.— su hermano se encontraba sentado detrás del puesto de golosinas, con las piernas cruzadas sobre otro banco, y sus brazos entrelazados sobre su pecho, una ceja se enarcaba mientras los detallaba con una mirada divertida y curiosa.   —Solo el tiempo lo dirá.— respondió el pelirrojo, para continuar con su tarea.   Ella optó por el silencio sepulcral, pero por supuesto que ella le dirigió una mirada fulminante, una de enojo que le decía, la acabas de cagar, el rubio se encogió de hombros, saco su teléfono celular del bolsillo de su pantalón e ignoro a su hermana.   ¿Solo el tiempo lo dirá? ¿Qué le pasaba? ¿Cuánto tiempo creía que se quedaría aquí? Faltaban un par de semanas para que su entrenamiento como detective comenzara, todo estaba listo, y como el demonio que no iba a perdérselo por nada del mundo, tenía que decírselo, hacerle saber que tenía planes, unos que no lo involucraban a él, aunque una parte de ella deseaba involucrarlo, arrástralo con ella hasta el fin del mundo.   Sacudió la cabeza, apartando esos pensamientos, que le parecían perturbadores, un revuelo capto su atención de pronto, o más bien una repentina calma, se irguió en su totalidad para ver como el mar de personas se dividía en dos, como el mar rojo comandado por Moisés, los pueblerinos callaban ante lo que fuera que pasaba en medio de ellos.   No fue hasta que estuvieron cerca que Betty los noto, la familia Morózov completa, estaban siendo acto de presencia, lucían como la familia de mafia, liderando la comitiva caminaba el Padre, tomado de la mano de la Madre, atrás de ellos sus tres hijos, todos observando con la nariz hacia arriba, una expresión de altanería, egocentrismo y soberbia, aunque en la cara de Víctor se notaba otra cosa, más bien fastidiado de la aptitud de sus parientes.   Al pasar frente a los Andrews, y Asher, los Padres y la hermanita menor los ignoraron, pero Víctor se detuvo a observar a Callaghan, con una disculpa en sus ojos, y algo más, ¿deseo? ¿O más bien anhelo?   Valeska por otra parte le dirigió una mirada de odio a su antiguo exnovio y a su rubia amiga, quien no se dejó intimidar por ella, le regreso la mirada, solo que la de Betty era de reto, la retaba a decir algo, o simplemente a acercarse, le demostraría que las mujeres no solo se jalaban los cabellos cuando peleaban, ella podía darle un puñetazo en la cara si era necesario… o si quería hacerlo, la morena arrastro su cabeza de lado y siguió los pasos del resto de su familia, Víctor lo dudo, pero finalmente cedió ante ellos.   Betty observó a su hermano, quien negaba con la cabeza, un tanto triste y resignado.   —No estamos en una buena página. — agrego para ambos espectadores. — y realmente no quiero hablar de ello.   Ella asintió y ellos prosiguieron con sus quehaceres.   El resto de la mañana, y de la tarde, paso con rapidez, sin ninguna novedad, Betty y Asher se quedaron ayudando a Callaghan con la venta de postres, su prima Cassidy paso un par de veces para asegurarse del funcionamiento del stand, los Morózov no se acercaron a ellos el resto del evento, permanecían sentados en una de las mesas de concreto de la plaza, lejos de resto de las personas.   Víctor le dedicaba miraditas de cuando en vez a Callaghan, pero no se movió ni un centímetro de su lugar, Betty sintió la necesidad de hablarlo con su hermano, sinceramente pensaba que el mayor de los Morózov no se merecía al mayor de los Andrews, estaba consciente de todo el dolor que sufrió Cal por ser diferente, el rechazo y la pena que vivía todos los días, no era justo que siguiera experimentando lo mismo una y otra vez.   Cuando los bocadillos del stand se acabaron, ellos recogieron todo su equipo y limpiaron el espacio, dejando el toldo exactamente como lo encontraron.   —¿Tienen hambre? — preguntó Asher.   —Muchísima. — replico Betty, durante el día solo habían tomado un emparedado y muchísimos dulces, que por realmente no quitaban en hambre.   —Vamos al stand de la Barbacoa, aún tienen hamburguesas, yo invito. — respondió el pelirrojo con afabilidad.   —Me parece una excelente idea. — dijo era animada.   —Mi lady. — Asher extendió su hombro para que ella lo tomara, lo dudo unos segundos, pero luego lo acepto.   —Ustedes vayan. — replico Callaghan, había una disimulada pesadumbres, tiñendo sus ojos. — me iré directo a casa, estoy un poco cansado.   —¿Seguro? — pregunto Betty, preocupada.   —Sí. — sonrió el de manera forzada. — terminen de disfrutar de la noche. — dichas esas palabras el rubio se retiró con los hombros gachos, y su cabeza sumergida entre ellos, nota mental, necesitan una tendida plática.     —Pensé que todo estaba bien entre esos dos. — comento Asher, mientras se dirigían al puesto de hamburguesas.   —Yo también. — sentencio Betty, suspiro profundamente, la mesa de los Morózov se encontraba vacía desde hacía unas horas, pero de igualmente dirigió su mirada hasta allí. — Creo que Víctor es un cobarde, no tiene la valentía para enfrentarse a su Padre, pensé que la tenía, pero hace dos días, luego del baile, me desperté debido a unos gritos, al bajar me encontré con Víctor peleando con su Padre, y mi hermano renegado en una esquina, con lágrimas en los ojos y en absoluto silencio.   —Lamento decir que yo también los escuche.   —Lo siguiente que sucedió fue que Víctor fue arrastrado por su Padre, fuera de la casa, y Callaghan subió las escaleras y se encerró en su habitación, trate de hablarlo con él, pero no ha querido hacerlo.   —La familia Morózov no es un círculo de fácil ingreso, es mejor tener cuidado con ellos, alejarse de los problemas. — él también observo la mesa vacía, parecía ser algo colectivo, desde que ellos se retiraron, el resto del público observaba el lugar como si estuviera embrujado.   —¿Eso fue Valeska para ti?— indago Betty, sin siquiera pensar sus palabras antes de decirlas.   —Si lo fue. — respondió él, con una especie de melancolía, o más bien de arrepentimiento en su voz.—  pero no quiero hablar de ello, muero de hambre y quiero que compartamos un rato más.   Llagaron al puesto de comida rápida, proporcionado por el bar local, Barbacoa, tenía años sin comerse uno de sus platillos, que para ella seguían siendo los mejores del mundo, suponía que Mystic Hills siempre seria parte de ella, aunque tratara de huir, ocultar esa fracción de su ser, estaba allí, no podía deshacerse de ello.   El gentío de personas disminuyo mucho, por lo que el ambiente estaba más calmado, la parejita se sentó a disfrutar de su cena.   —No vi a tu familia el día de hoy.— comento ella para hacer conversación.— ¿Están de viaje o algo?   —Sí.— respondió Asher, luego de tragar un trozo de su comida.— Mama fue a visitar a su hermana, vive sola en otro estado y ha estado algo enferma, así que mi Madre decidió ir a ayudarla, y se llevó a Crista, en contra de su voluntad por supuesto.   Betty se rio, Crista era la hermana menor de Asher, una adolescente hiperactiva, que comenzaba a sacarle canas verdes a su progenitora, y a su hermano también.   Ella lo observo ensimismada, con los años el pelirrojo adquirió una madurez que le resultaba atractiva, quizás la vida lo obligo decirle adiós a su niño interior, ahora solo quedaba un hombre, ese pensamiento le trajo otros nada apropiados, al punto que se sintió acalorada.   —¿Estás bien? — indago él. — te pusiste roja.   —Un calorón de nada. — se encogió ella de hombros, el clima estaba un tanto templado, por lo que su explicación quedo escueta, tomo un sorbo de su gaseosa, para remarcar su punto.   Luego de acabar con la cena, ellos se pusieron de pie y caminaron un rato por los pasillos abiertos de la plaza.   —¿Recuerdas nuestra primera cita? — pregunto él, en medio de su caminata, su zalamera mirada no le indico nada bueno a su receptora.   —Sí, fue en un carnaval, exactamente en esta misma plaza. — respondió, con una sonrisa en sus labios.   —Teníamos quince años, y cuando te vi casi me muero del impacto lucías hermosa. — él se detuvo, y tomo una de sus manos.   —Estaba horrible. — replico ella, permitiendo la ligera caricia. — llevaba una ridícula pollina, me maquillé a escondidas y parecía un mapache, pero con manchas blancas. — una estúpida moda del momento, Asher se carcajeó.   —Es cierto, tus parpados brillaban en la oscuridad. — él también se burló de su antiguo estilo.   —Brillaba más que los faroles del auto de tu Padre. — cerro los ojos, avergonzada de su yo adolescente.   —Bueno sin importar tú, nada practico maquillaje, por no decir otra palabra…   —¿Horrendo? — sugirió ella, con sarcasmo.   —Tus palabras no las mías. — él dio un paso hacia ella, obligándola a subir la mirada, a pesar de que Betty tenía una alta estatura, Asher la superaba por quince centímetros, quizás más. — es solo que considero que estás igual de hermosa esta noche Betty.   —No empieces con tu zalamería Asher. — le advirtió, no podía dejarlo entrar, no sin estar segura de que se trataba todo esto.   —No es zalamería. — se excusó. — es que, desde el baile, no pienso en otra cosa que estar cerca de ti. — la observo directo a los ojos, lleno de fervor, acomodo un mechón de cabello detrás de su oreja y ella tembló, disfrutaba del tacto de sus dedos. — sé que no podemos retomar las cosas donde las dejamos, pero eso no significa que no pueda intentarlo.   Dicho esto, el beso su nariz, ella cerro los ojos, recreándose en sus labios sobre su piel, lo cual fue su error, porque no le vio venir, sin siquiera darse cuenta Asher estaba besándola en los labios, se quedó estática por la sorpresa, sus labios seguían siendo firmes, pero dulces, él tan solo se dedicó a chupar los de ella, aguardando con paciencia el momento en que le permitiera la entrada.   Cuando ella cayó en cuenta de lo que sucedía, su cuerpo actuó por instinto, sus manos se dirigieron a la nunca masculina, su boca se abrió, para que ambas lenguas se rozaran con timidez, Asher la tomo de las caderas y la atrajo a su caliente cuerpo, un jadeo abandonó el cuerpo femenino, necesitaba esto, de hecho, lo extrañaba.     La pasión comenzó a desbordarse de ambos cuerpos, quienes olvidaron que estaban en medio del pueblo, con algo de público alrededor, Betty solo quería atraerlo más a su boca, si es que eso era posible, por lo que se sujetó con fuerza a su cuello, mientras sus pies se pusieron en punta.   Asher gruño, mientras una de sus manos se atrevía a explorar el terreno bajo la playera de Betty, ella gimió al sentir piel contra piel, entonces la cordura regreso a su mente, con rapidez se soltó de él.   —Estamos en medio de la calle. — dijo con la respiración entrecortada, Asher parecía frustrado, pero asintió en silencio, nuevamente tomo una de sus manos, y ambos caminaron en dirección al auto sin ninguna otra palabra.   Al alejarse del punto donde se dejaron llevar, ella captó algo, fue el mismo lugar donde se dieron su primer beso, ese día en su primera cita, maldito pueblo, tenía tantos recuerdos.
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