11- Gracias por la fertilización

1575 Words
Jazmín Sudando, trago aire denso con olor a sexo. Tiemblo sobre mis manos y rodillas, arqueando la espalda para ofrecer mi trasero, con la cara presionada contra el colchón. El peso caliente y musculoso de Declan me cubre. Una mano agarra mi cadera con fuerza, tirando de mi hacia atrás para encontrarlo con cada embestida fuerte, y la otra baja entre mis muslos, frotando mi clítoris. Su placer es despiadado. El Angulo le permite embestir profundamente dentro de mi y sabe exactamente donde apuntar, su polla golpeando directamente. Mi punto G se endurece y se acelera, enviando descargas de calor blanco por todo mi cuerpo. Es casi demasiado intenso. Ya me he corrido dos veces esta noche, pero puedo sentir otro orgasmo creciendo, la tensión aumentando gradualmente, robándome el aliento y llenando mis venas de fuego. —Solo una vez más, Jazmín— Su voz, oscura y áspera por la pasión, gotea pecado en mi oído. —Puedes hacerlo. Córrete para mí. Déjame sentirte— Mi cuerpo ha tomado el control y está descaradamente ansioso por más, tomando todo lo que me han negado durante años. Me cuesta hablar. —No…pares…— —Nunca, cariño— jadea. Mis dedos de los pies se curvan y mis manos arañan las sábanas. No me importa el cariño inapropiado. Apenas proceso lo que está diciendo. La proximidad del éxtasis domina mi conciencia por completo. —Mierda— Declan maldice detrás de mí, su voz profunda y áspera. —Voy a correrme ahora— Los músculos de sus muslos se tensan y su polla se sacude con su liberación: potente y caliente chorro tras chorro de semen. Grito cuando mi tercer orgasmo de la noche me golpea como un tsunami. Todos mis músculos se tensan duro, tiemblo. La increíble sensación sigue llegando en oleada tras oleada abrumadora. Sigue follándome a través de ello, dejándome exprimir cada gota de esta dicha, hasta que gimo de sobreestimulación. Solo entonces retira suavemente su polla y retira sus dedos. Me derrito en un charco sobre el colchón, todavía jadeando. El sexo nunca ha sido así. Incluso en mis fantasías más salvajes. Acostado de lado, Declan se apoya en su codo para mirarme. Con una sonrisa, pregunta. —Entonces, ¿dirías que lo hice bien? — Asiento lentamente, todavía aturdida. Mierda, sí que lo hizo bien. Este podría haber sido literalmente el mejor sexo de mi vida. Me alegro mucho de haber decidido darle una oportunidad de hacer su magia. Demonios, una pequeña parte de mi espera que su esperma no se fecunde de inmediato, solo para que podamos seguir intentándolo. Me atrae hacia él mientras rueda suavemente sobre su espalda, con mi mejilla apoyada en su pectoral. Mi instinto es apartarme…pero es tan cálido y sorprendentemente cómodo. Casi quiero cerrar los ojos y simplemente escuchar los latidos de su corazón, respirar su masculino olor a sudor, sexo y colonia fresca. Tal vez incluso quedarme dormida sobre él. Pero no podemos abrazarnos, y definitivamente no podemos pasar toda la noche juntos. confundiría demasiado nuestra relación, sin importar cuan tentadora sea la idea después de la experiencia. Así que me obligo a apartarme de él. —¿Hmm? — El colchón se hunde detrás de mi mientras él se incorpora. Agarro mi bata de lana del gancho en la parte de atrás de la puerta. —Tenías razón. Eso fue muy divertido— digo tan despreocupadamente como puedo, dándole la espalda hasta que estoy cubierta de forma segura. —Gracias por la fertilización— Se queja de nuevo, está vez sonando insatisfecho. Ajusto el cinturón de mi bata y hago una mueca ante la pequeña punzada de dolor en el lugar de la inyección. —¿Qué pasa? — pregunta Declan, balanceando las piernas por el borde del colchón. Me encojo de hombros y recojo mi blusa, mis jeans y mi ropa interior de donde los dejé caer en el suelo en la oscuridad. —No es nada. Solo me duele un poco la inyección que me puse— —Maldición. No sabía que tenías que hacer eso— La ternura en su voz es tan inusualmente dulce que me encoge el corazón. —¿Puedo ver? — Acercándome a donde está sentado en la cama, desato la bata y me paro frente a él. Declan coloca sus grandes manos en mis caderas y se inclina para presionar un suave beso justo sobre la pequeña marca roja. —Mejor— murmuro con voz suave. Después de eso, Declan se levanta y también recupera su ropa, aunque con clara reticencia. Es obvio que ha aceptado que tiene que irse. Me siento aliviada, ya que me preocupaba que pudiera dificultar esto, aunque también extrañamente decepcionada de que se muestre tan indiferente al ver que lo empujo fuera de aquí. Pero no puedo soportar ninguna de esas tonterías. Es bueno que conozca la estrategia, me digo a mi misma. No hace falta ser psicóloga para darse cuenta de que mi miedo a empezar una relación real está profundamente arraigado en el trauma de que mi padre se fuera cuando era niña. Tampoco es algo con lo que quiera lidiar ahora. Tengo mi vida y mis objetivos, y estoy perfectamente contenta con eso. Después de un minuto de vestirse en silencio, pregunta. —¿Cuándo lo sabrás? — Ahora que estoy medio decente de nuevo, me giro para mirarlo. —Me haré una prueba de embarazo en dos semanas. Pero, eh… aumenta las probabilidades si lo hacemos de nuevo. ¿Estás libre mañana, por casualidad? — Eso le devuelve una sonrisa de inmediato. —Haré tiempo. ¿Te parece si nos reunimos en mi casa? puedo llegar más rápido desde la oficina— Dudo, luego asiento lentamente. —No veo por qué no— Una vez que se ha escondido su distraída desnudez, lo acompaño de vuelta a la puerta principal y le entrego su abrigo. —Nos vemos después del trabajo— le digo, y entonces me viene a la mente una idea inquieta. —¿Estarás bien volviendo a casa? ¿Te llamo un taxi? — no quiero que se quede a dormir, pero es terriblemente tarde, después de todo, y me sentiría fatal si algo le pasara. —¿No es típico del hombre que ofrezca eso? — sonriendo con suficiencia, ve mi mirada de sorpresa. —No te preocupes, estaré bien— hace una pausa, con la mano en el pomo. Su sonrisa forzada de situación incómoda, pero… ¿reticente?… Sea lo que sea, algo en ello me hace inclinarme hacia adelante. Le doy un beso suave y casto en la mejilla. —De acuerdo, entonces. Buenas noches— Las arrugas en las comisuras de sus ojos se profundizan. —Buenas noches a ti también— Cierra la puerta tras él. Yo la cierro con llave…luego, por un momento, me quedo allí en bata antes de ir a cepillarme los dientes. Todavía no sé por qué le di ese último beso, pero se sintió bien. Como si fuera lo menos que podía hacer. Es decir, ¿Qué se supone que debía hacer, estrecharle la mano y chocar el puño? ¿Chocar los cinco y agradecerle por su actuación excepcional y la promesa de dejarle una buena reseña en Yelp? Vamos. Después de que ha soportado todas mis extrañas exigencias con tanta gracia, sin mencionar que me ha dejado boquiabierta durante horas, un beso es lo apropiado. No importa. Estoy pensando demasiado en las cosas otra vez. Es hora de volver a la cama, y esta vez, usarla para el propósito que fue creada. Para dormir. *** Mi sueño es profundo y sin sueños. A la mañana siguiente, me despierto media hora antes de que suene la alarma. La apago, luego me siento y me estiro lujosamente, sonriendo casi sin darme cuenta. No recuerdo la ultima vez que dormí tan profundamente o me desperté sintiéndome tan llena de energía. Saco las piernas de la cama y me voy directamente a la ducha. Siento punzadas en los músculos de la cadera y los muslos, y todavía me duele el torso, pero no me importa demasiado; esos pequeños dolores son recuerdos del increíble entrenamiento que me dió Declan. Tarareó una melodía alegre mientras me lavo el pelo con champú y me seco con secador. Mientras me visto, miro el reloj y me llevo una grata sorpresa. despertarme temprano y estar rebotando con tanta energía me ha adelantado en mi horario. Normalmente, solo tomo un tazón de cereal o compro algo en la cafetería de la esquina, pero hoy creo que tengo tiempo para preparar el desayuno. Mi estómago uh ruge de entusiasmo con la idea. Supongo que anoche me abrió el apetito. Preparo una taza de café, revuelvo un par de huevos y los como sobre una tostada. Después de poner los platos sucios en el lavavajillas, empiezo a maquillarme y luego hago una pausa. Por alguna razón, tengo ganas de arreglarme un poco mas hoy. Cambio mi paleta habitual del tonos nude, por una sombra de ojos verde oscuro, tonos rosas en las mejillas y una pasada de mi lápiz labial favorito sobre la boca. Los resultados me hacen sonreír. Tal vez debería hacer esto más a menudo. Sin querer, me viene a la mente la idea de si a Declan le gustaría. Niego con la cabeza, y pienso “¿A quién le importa lo que piense de mi cara?” y me voy al trabajo.
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