A las 7 30 de la mañana siguiente, Susana colocó todo el material preparado sobre la mesa de Mona. Mona, que había entrado en el turno de mañana, las miró con evidente expresión de sorpresa. Examinó a Susana de pies a cabeza. —¿Has hecho todo esto tú sola? No era ninguna broma. La asombrosa cantidad de trabajo habría mantenido ocupados a dos asistentes hasta altas horas de la madrugada, pero Susana se las arregló para terminarlo sola. —Por supuesto. —Susana respondió con indiferencia— ¿Quién más podría haberme ayudado? No era raro que la gente de Leyes Read hiciera horas extras, pero pocos podían quedarse hasta la una de la madrugada. Susana no tenía ninguna queja. No le importaba trabajar hasta esa hora siempre que el trabajo se hiciera bien y en el plazo previsto. —De acuerdo, lo t

