Janice pensó «Adrián se enamoró de Susana.» La intuición de Janice la estaba volviendo loca al ver que todo se desviaba de su plan, y su sensación de crisis iba en aumento. Janice pensó «Susana, no me culpes por ser despiadada.» Durante la noche, debido a la inmensa presión y a la tensión mental, Susana no dejaba de correr en sueños, empapada en sudor, intentando desesperadamente abrir los ojos pero siendo sujetada con fuerza. Su padre fue encarcelado y su madre murió... Una escena tras otra pasó ante sus ojos, y aquellos recuerdos inolvidables inundaron la mente de Susana como una cascada. Las cicatrices emocionales de Susana se desgarraban capa a capa, y ella luchaba ferozmente, pero en vano. Luchó pero se vio impotente. —¡No! ¡No lo hagas! —Madre, no me dejes... ¡No me dejes!

