Capítulo 1 ¡Dime donde está ella!

738 Words
—Damas y caballeros, este es el último artículo para subastar esta noche, y pertenece al anfitrión de la subasta interestelar benéfica de esta noche, ¡Adrián Olson del Grupo Olson! —¡Escuchemos algunos aplausos! Una figura alta apareció lentamente bajo el escenario mientras un atronador aplauso llenaba la sala. Adrián tenía un rostro cincelado, cejas afiladas y ojos brillantes. Era sencillamente una obra de arte. Emanaba un aura intimidatoria, como un demonio salido directamente del infierno, que obligaba a la gente a apartar la mirada. Adrián levantó la vista y su rostro, antes inexpresivo, se transformó en una sonrisa al ver a Susana luchando en el tanque de cristal. Entonces resonó lentamente una voz cautivadora. —Hoy en día, el límite humano para aguantar la respiración bajo el agua es de 24 minutos y 3 segundos. Susana, con tu habilidad, aguantar media hora no debería ser un problema, ¿verdad? Gracias a un dispositivo especial de transmisión de sonido en el tanque de cristal, las palabras de Adrián se amplificaron varias veces, transmitiéndose a los oídos de Susana. Su conciencia se dispersó. Susana abrió los ojos de repente y sus pupilas inyectadas en sangre parecieron aterradoras. Fijó su mirada en Adrián, el demonio que todos conocían en Ciudad Imperial, y también el hombre al que había amado durante diez años y con el que había estado casada durante tres. —¿Srta. Morgan? Al oír el nombre de Susana, la multitud estalló inmediatamente de asombro. —¿Es esta la joven de la familia Morgan? —La despampanante mujer de repente se sintió orgullosa. El objeto de subasta de Adrián era Susana en el agua. ¡Qué despiadado! Hace tres años, Susana, la figura más importante de Ciudad Imperial con una reputación de largo alcance, desapareció. Quién iba a pensar que reaparecería esta noche y se convertiría en el juguete de Adrián con una reputación arruinada? Desde la conmoción a la lástima, pasando por un sinfín de burlas, la multitud reaccionó con diversas emociones. Adrián se mostró bastante satisfecho con la respuesta, sonriendo mientras miraba a Susana, que merecía morir. Desde el día en que Susana tramó inculpar a Janice Potter hace tres años, utilizando cualquier medio necesario para casarse con la familia Olson, merecía morir. Susana, con un corazón venenoso, había encarcelado a Janice durante tres años. Si Susana no revelaba hoy el paradero de Janice, Susana tenía que morir. La paciencia de Adrián había llegado a su límite. —¡Mmm! Susana se atragantó con varios tragos de agua. Aferrada a las frías cadenas de hierro, su rostro palidecía por la presión del agua. —Susana, no te queda mucho tiempo. ¿Vas a decirme dónde has escondido a Janice o no? Las gélidas palabras de Adrián fueron como un demonio mortal, obligando a Susana a abrir los ojos. Sacudió la cabeza desesperadamente, escupiendo agua, incapaz de hablar. ¡Susana no había encarcelado a Janice en absoluto! Hace tres años, en un accidente de coche, Janice abandonó al moribundo Adrián en el lugar del accidente. Susana hizo todo lo que pudo para que trataran al inconsciente Adrián. Dudley Olson, el abuelo de Adrián, murió de la conmoción y, en su lecho de muerte, designó a Susana para casarse con Adrián. Después, Susana cuidó de Adrián durante tres días y tres noches. Para salvar al hombre que había amado durante diez años, Susana le hizo innumerables transfusiones de sangre. Ignorando las advertencias, estuvo a punto de morir varias veces, pero por suerte despertó... Lo que Susana no esperaba era que un vídeo de socorro dejado por Janice lo cambiaría todo. El violento Adrián estaba convencido de que Susana planeó el accidente y encarceló a Janice para que se casara con él, provocando incluso la muerte de Dudley... Durante tres años, Susana fue torturada por Adrián todos los días, y no importaba cuántas veces se lo explicara, Adrián nunca la creía. ¡Janice era como una maldición, llevando a Susana a la muerte! Susana seguía sacudiendo la cabeza desesperadamente. Su sensación de impotencia la envolvía la muerte. —Muy bien, siempre estás desafiando mis límites. Adrián se rio siniestramente, resonando su inquietante voz mientras indicaba con un gesto que alguien vertiera agua en el depósito de cristal. Nadie en la sala se atrevió a alzar la voz contra esta acción demencial. Después de todo, ¿quién se atrevería a oponerse al heredero de la familia Olson?
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