Sabía que la situación de Stanley no sería buena, pero nunca esperó que fuera tan mala. Si esto continuaba, antes de que pudiera salvar a Stanley, podría oír las peores noticias. Susana apretó los puños, tensa por la emoción. —Señorita Morgan, perdone mi brusquedad —dijo Donald con tono pesado, percibiendo la angustia de Susana a través del teléfono—. Todo esto podría ser obra del señor Olson. La información de Donald no podía estar equivocada, y Susana tenía derecho a saber la verdad. Las intenciones de Adrián... Susana se quedó mirando por la ventana, incapaz de hablar. Era como si alguien la hubiera asfixiado, incapaz de llorar o reír, sólo le corrían lágrimas silenciosas por la cara. Era Adrián otra vez. ¿Qué quería? ¿Atormentar a Susana hasta la muerte? Al principio, Susana a

