La mañana siguiente estoy frente a la báscula dentro de mi baño vistiendo solo ropa interior y no me atrevo a subir. —Deja de pensar estupideces, Marcella —susurro. Cherry escucho a Jared. Lo miro por encima de mi hombro y lo encuentro apoyado en la puerta del baño llevando solo sus pantalones chándal. Suelto un suspiro. —¿Qué sucede? — entre cierra los ojos y se acerca a paso ligero. Me rodea desde atrás y descansa su barbilla en mi hombro. Me recargo en su pecho. —Solo tonterías. —Encontré esto —dice metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón y me enseña el bote de laxantes. Nuestros ojos se encuentran a través del espejo. —No son míos— susurro— Llegaron ayer. Veo como su mandíbula se aprieta y asiente. —¿Quién los envió? Para ir a devolverlos— su tono es mortífero. —Ll

