OCHO AÑOS ANTES II

2525 Words
—¿Estás lista? —la pregunta viene de mi madre, cuando entra a mi habitación. —Casi —digo apresurada. Me aliso el cabello y lo recojo con una horquilla. Hoy es el cumpleaños del padre de Jared. Mi familia estaba invitada, y me sentía emocionada de ver de nuevo a Jared. El padre de este, se había radicado de manera permanente en Los Ángeles desde hace ya varios años. Y, estaba segura de que Jared asistiría al festejo de su padre. No podría ser de otra manera. Estaba nerviosa. Miro mi vestido suelto verde y sonrió satisfecha por el resultado. Amo como el colgante de ópalo n***o que Jared me dio por mi cumpleaños pasado, resalta sobre el vestido. —Estás hermosa, esta noche. Mi madre me mira con una sonrisa suave. —¿Te parece? —doy una vuelta. —Sabes que, si —se ríe. Ella, lleva un vestido de cóctel, n***o y su cabello igual al mío, está en un recogido desordenado relatando sus ojos verdes. —Tú también lo estás —me acerco —Papá tendrá que tener un ojo sobre ti —me rio cuando pone los ojos en blanco. —Definitivamente, sobre ambas —bufo cuando escucho su voz en el pasillo. —Se nos hace tarde. Cuando me ve, frunce el ceño. —¿Qué? —me detengo cuando lo veo. —¿Te pusiste maquillaje? Aquí vamos. —No empieces, Demetrious —espeta mamá. —Solo un poco —me encojo de hombros. Va a decir algo, pero mamá le da una mirada de advertencia y sabiamente, no dice más sobre el asunto. Bajamos, y me encuentro a Eva. La mujer que fue Nana de mi papá y siempre ha estado con nosotros. Es parte de nuestra familia. —Estás hermosa —dice con una sonrisa. —Tú, si sabes —la abrazo, y dejo un beso en su mejilla. —¿Tu padre? —El mismo —digo con resignación, antes de alejarme y seguir mi camino hasta el garaje. Subo en la parte de atrás del coche y segundos después, mi padre toma el volante y mamá el puesto de copiloto. Pongo los ojos en blanco, cuando una camioneta enciende las luces. —Pensé que iríamos sin seguridad, amonestó. Papá me mira por el espejo retrovisor como si estuviera loca. —¿Para qué pago una seguridad si no la voy a utilizar? Niego, exasperada. —Dime qué no voy a tener seguridad en Nueva York. —Ya sabes qué pienso respecto a ese tema. Enciende el motor y salimos de la casa. —Papá —mi tono es quejumbroso —Ya lo hablamos. —No necesitas ir a Nueva York, cariño. Aquí tienes todo lo que deseas. —Quiero estudiar allí. Conocer la experiencia de vivir sola. Respiro profundo. —Marcella. —Demetrious —mamá interviene —No, Brianna. Sabes que detesto la idea de que ella se vaya. No puedo creer lo que estoy escuchando. —Dylan fue a Boston y Luca está en Yale. ¿Qué pasa conmigo? Mi tono es irritante. —Tú, eres mi pequeña. No quiero tenerte lejos. —Ten otro hijo, y solucionamos el problema. Mamá ahoga una risa y papá pone los ojos en blanco. —No, gracias —habla mamá. —Hagamos algo. Pasemos una agradable noche y mañana hablamos. Nos miramos a través del espejo retrovisor. Gris contra gris. Resoplo. —Está bien —murmuró mirando a través de la ventanilla. Quince minutos después, estamos estacionando frente a la casa de los Baker. Sigo a mis padres al interior. Atravesamos el vestíbulo, y miro alrededor en busca de Jared. Pero, no lo encuentro, solo veo a las personas dispersas en el salón principal. —¡Johnson! Exclama William Baker, acercándose hasta mis padres. —Bienvenidos —dice en su habitual sonrisa narcisista y su acento inglés. —Gracias por la invitación—. Espeta mamá. —Quería compartir con mis amistades más cercanas este día. Pero, pasen y diviértanse, nos hace un gesto al salón. Sin más, se aleja. —No lo soporto —cuchichea mamá. Me muerdo el labio reprimiendo la risa. —Cariño, es un cliente importante. —Solo por eso —replica —Y, porque Jared es un buen amigo de Dylan. Papá asiente. —Iré a dar una vuelta —anuncio. —No te alejes mucho —asevera papá. —Vale —susurro con exasperación. Hago mi camino alrededor. Saludo a varias personas antes de continuar mi camino. Son personas que he visto toda mi vida. Siempre digo que papá tiene un poco de la abuela Fiorella en cuanto a con quien relacionarse. Tiene sus manías. Desvío la mirada, y hago una mueca cuando encuentro la mirada de Clark. El cual, está junto a sus padres. Me alejo rápido y salgo al jardín donde hay pocas personas. —Marcella —maldigo cuando escucho su voz. —Espera un segundo. —No tengo ánimos para escucharte —me exaspera lo insistente que es. Me toma de la mano y me da la vuelta. —Venga, no seas tan apretada Marcella. Solo quiero conocerte. —Tú, no quieres conocerme. Quieres acostarte conmigo y ser una muesca más en tu cama —lo corto —Se me olvidaba. Y, que todos en la secundaria sepan que nos hemos acostado. No soy estúpida —cuchicheo —Así que, suéltame. —Marcella... —Si fueras inteligente, harías lo que se te dice. Abro los ojos ante las palabras bajas y seria de Jared. Clark me suelta y da un paso atrás. —Lo siento —farfulla antes de huir como una rata cuando el barco está hundiéndose. Idiota. Miro a un lado y lo veo junto a una columna. La noche cobija su presencia, y por eso no me había percatado de su presencia. —Hola— murmuro sin saber que más decir. Da un paso al frente y puedo verlo. Su expresión es fiera y sus ojos marrones claros me miran con atención. —¿Tu novio? —Nop. Clark es un idiota que no entiende que no, es no. Me encojo de hombros intentando sonar despreocupada. —Imagino que esperas a Dylan. —De hecho, me dijo que venía en camino —mira hacia adentro —Tenemos mucho que hablar. —Entiendo. Intento no demostrar mis nervios. Los mismos que florecen cada que lo tengo en frente. —¿Te gusta? —inquiere de repente. —¿Quién? —Frunzo el ceño. —Clark. —Evidentemente, no —replico —No es mi tipo Jared arquea su ceja. —¿Cuál es tu tipo? Las palabras de Alondra llegan a mi mente. ¿Desde cuándo soy una cobarde? ¿Qué tengo que perder? Jared da un paso al frente y me mira con intensidad. —Me gustan inteligentes, divertidos —farfullo —que mis pecas no les parezcan feas. —Tus pecas no son feas —alarga la mano y posa su dedo en la punta de mi nariz en un gesto rápido. Una sonrisa suave aparece en sus labios. —¿Te parezco guapa? —Me aventuro a preguntar. Se queda unos segundos en silencio antes de hablar. —Eres hermosa. Sus palabras me arman de valor. Así que, tomo su rostro con ambas manos, antes de plantar mis labios sobre los suyos. Sé que lo he tomado por sorpresa. El beso es breve porque él me aleja tomándome de los hombros. Lo miro el silencio. —Cherry —dice en voz baja y ronca. —Lo siento, Jared. Pero me gustas —trago duro —Estoy enamorada de ti desde hace un tiempo. Él, niega y maldice antes de soltarme. Da un paso atrás. —Eres muy joven para saberlo. Resoplo antes sus absurdas palabras. —No soy una niña —frunzo el ceño —en un par de meses cumplo dieciocho. Pasa su mano por el rostro. —Eres la hermana de Dylan, mi amigo. Hago una mueca. —No está bien. Auch. —¿Jared? Miro a un lado. Una mujer alta y rubia sale del salón. La misma se acerca hasta nosotros. Lleva un vestido rojo que abraza todas sus curvas y tiene una copa en su mano. De los labios de Jared, brotan más maldiciones. —Te he estado buscando —dice en tono empalagoso y cuando llega hasta él. Posa su mano en su brazo con propiedad. —Dame un minuto. Sus labios se transforman en una fina línea y sus ojos azules me atraviesan. —Esta niña tan linda. Aprieto los dientes ante sus palabras. —No soy una niña —replico —Mi nombre es Marcella Johnson. —Es la hermana de Dylan —anuncia Jared en tono frío. —Ya—. Sonríe un poco. —Venga cariño, es hora de dar la noticia. Abro los ojos ante sus palabras. —Claudia —Jared dice en tono de advertencia —Espérame dentro un minuto. —Pero… —Ve— dice en tono glacial. La mujer me da una fea mirada antes de alejarse. —Cherry… —No sabía que tenías novia —susurro. Hace una mueca. —De hecho, Claudia y yo nos vamos a casar. Sus palabras me dejan fría. Y siento como mi corazón se rompe. Niego con incredulidad y parpadeo varias veces para alejar las lágrimas. —Lamento que te enteraras de esta manera —continúa. —En cuanto a lo otro —niega —No es posible —su voz baja vario decibeles —No es correcto. —¿Mi amor hacia ti no es correcto? —ladeo la cabeza y una lágrima baja por mi mejilla. —Así es —asiente —Eres muy joven —su mirada baja al suelo unos segundos antes de mirarme con seriedad —Eres muy joven para entenderlo ahora. Solo te veo como la hermana pequeña de Dylan. Levanto la mano. —Me ha quedado claro —asiento y limpio mi mejilla. —Espero que seas feliz con Claudia. Se merecen —susurro antes de alejarme. —¡Marcella! —escucho que me llama. Pero no presto atención a su llamado. Entro por una de las puertas corredizas. —¿Dónde estabas? —Mamá me intercepta. —Tomando algo de aire —espeto en voz baja y oculto el mar de emociones que siento en este momento. —Vamos con tu padre y Dylan. William dará un anuncio. Se da la vuelta. Pero, tomo su mano deteniéndola. —¿Podemos irnos? No me siento bien—. Me apresuro a decir. —¿Qué tienes? —Inquiere mirándome con atención. —¿Estabas llorando? —Es mi periodo —Miento. —Después del anuncio no iremos. Oculto una mueca. Resignada a mi maldita suerte. La sigo y me uno a mi papá y Dylan que al verme levanta en vilo como es su costumbre. —¿Cómo estás? —inquiere, mirándome cuando me deja sobre mis pies. —Bien. Dylan me mira con curiosidad. —Solo cosas mías —le doy una sonrisa, que es más como una mueca. Mamá le susurra a papá. Este me mira unos segundos antes de asentir. —Su atención. Por favor —William Baker se detiene en el centro del salón junto a su esposa a un lado y del otro está Jared. Este tiene sus ojos en mí. Me recargo en Dylan. —Gracias a todos por venir y hacerse presentes en este día, que me llena de alegría—. Continúa el hombre —No solo porque cumplo un año más de vida —mira a su hijo —También, porque mi hijo, Jared. Se ha comprometido en matrimonio. Los aplausos estallan y con mis ojos empañados veo a Claudia caminar hasta Jared y dejar un beso en sus labios. Los mismos que bese unos minutos atrás. ¡Joder! Para rematar el show, ella levanta su mano y enseña su mano donde descansa un anillo de compromiso. Todos se acercan a la pareja. Respiro profundo y me enderezo. Si algo me enseño el Nonno, fue a no bajarle la cabeza a nadie, y hoy, no sería la excepción. Las lágrimas para la almohada, bambina. Cuando mi familia se acerca, hago lo propio y solo sigo la corriente. —Felicidades —espeto en tono sereno. Uno que estoy lejos de sentir. —Gracias, niña —La fulmino con la mirada a la nefasta mujer. Miro a Jared. —Estoy feliz por ti —miento. Pero las palabras son las correctas dadas las circunstancias. —Gracias, Marcella —se aclara la garganta. —Al fin vas a ser un hombre decente —bromea Dylan antes de darle un abrazo y palmear su espalda. —Ya, ves —murmura. Mis padres también felicitan a la pareja. Mientras la pareja es rodeada, me alejo. Durante ese tiempo me es imposible dejar de ver la sonrisa de satisfacción de Claudia. También me mira de vez en cuanto y veo que, claramente, no soy su persona favorita. Bueno. El sentimiento es mutuo. No puedo estar aquí. Es como si un puñal se clavara poco a poco, cada que miro como ella tiene su atención y presume su futura boda. Quien diría que el amor es una porquería. ⭐⭐⭐⭐⭐ Acostada de lado. Dejo que las lágrimas salgan en silencio mientras sostengo en mis manos el collar de ópalo. Me muerdo el labio y ahogo un sollozo cuando la puerta de mi habitación se abre. —Cariño. Me siento en la cama y me limpio las lágrimas para ver a mi papá con lo que parece un té. —Tu madre me dijo que te sentías mal y pensé que esto te ayudaría. Deja la infusión en mi mesa de noche. Sonrió, pero las lágrimas salen sin que pueda detenerlas. —Hey —susurra sentándose en la cama a mi lado. —¿Qué sucede? Niego. —Estoy… Bien —respiro de manera entrecortada. —No lo estás—. Niega. —Dime que necesitas. Solo dímelo. Lo miro a los ojos y puedo ver que no sabe qué hacer conmigo. —Te lo ruego —comienzo —Déjame ir a Nueva York. Necesito… necesito alejarme de aquí. —Marcella... —Por favor —alargo mi mano y tomo la suya —No puedo estar aquí. No quiero. Estoy consciente que me estoy comportando como una niña mimada. Pero no puedo estar aquí, y ver a Jared casarse con otra. —Papi. Nunca te he pedido nada. Sé que usar papi es rastrero, pero no me importa. —Dime, ¿Por qué quieres irte? Niego y miro a otro lado. —Marcella —susurra levantando mi rostro. —Es por Jared, ¿Cierto? —Niega —Hace mucho que veo como lo miras. ¿Es por lo de esta noche que estás así? Asiento. Papá suspira y abre los brazos para consolarme. El problema es que no creo ser capaz de encontrar consuelo. —Lo siento, bebé —Sus palabras solo abren las compuertas y sollozo entre sus brazos mientras ruego para que, me deje alejarme de aquí.
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