P.O.V. Miranda
Habían pasado dos semanas desde la batalla, y cada día que transcurriría, era como si todo hubiera sido un mal sueño. Me sentí restaurada, fuerte… viva. Sin embargo, mis compañeros insistían en mantenerme en cama, en protegerme como si fuera de cristal, pero yo no podía más. Necesitaba moverme, sentir el sol en mi piel y el viento fresco contra mi rostro.
Las sirvientas trajeron mi desayuno y prepararon mi baño, como cada mañana. Mis compañeros habían salido temprano para atender los asuntos que la guerra había dejado pendientes. Aún faltaba mi coronación como Luna, un evento que tanto Gabriel como Damian querían que fuera majestuoso, pero en este momento, mi mente estaba en otro lugar.
Aurora se encargaba de recordarme constantemente que nuestros cachorros estaban crecie
