Punto de vista de Regina.
La noche estaba para disfrutarse, hoy es mi cumpleaños número 23.
En una pequeña sala, con amigos invitados y un pastel, hacen que todo sea perfecto.
Todo lo organizó él, mi novio desde hace dos años, Yeison.
Lo veo que toma una copa de vino, y pasa a un pequeño escenario.
—Hoy está de cumpleaños, Regina, mi querida Regina— Decía Yeison con una gran sonrisa.
No podía estar más enamorada de él. Confieso que no es el hombre que soñé, pero vamos, ningún hombre es perfecto, o al menos no creo que alguien se tope con esa perfección.
—Regina quiero decirte unas palabras. Ven por favor.
Caminé hasta el pequeño escenario, me pongo a su lado y no puedo dejar de sonreír.
—Dime amor.
Yeison toma mi mano y le da un beso, no era nada raro pero a la vez tenía un mal presentimiento.
—Quiero que todos sepan que Regina es una mujer muy buena, pero muy rígida, casi como su nombre— Dijo. Todos los presentes se rieron.
Sonreí pero no entendía porque decía eso, así que empecé a sentirme extraña.
—¿Qué pasa Yeison?— Le pregunto, pero el ni siquiera me mira.
—Regina es una mujer que piensa que para acostarse con alguien, debe casarse pero yo pienso contrario, así que me cansé, si, me harté de solo darle besos— Finalmente confesó ante todos.
Todos los invitados se sorprendieron, otros se quedaron serios, como mi amiga Martina, pero otros simplemente se burlaron.
—No digas eso. Es algo privado Yeison— Le reclamo inmediatamente.
Pero Yeison, me miró y sonrió, y luego sacó un pequeño control de su bolsillo. —Aquí está mi regalo para ti.
De repente una pequeña pantalla se encendió, y dos caras conocidas aparecieron.
—Esto es lo que no hace Regina— Decía Yeison en el video.
No lo podía creer, todos ahora se burlaban de mí, mientras Yeison tenía intimidad con una conocida.
Iba a bajar del pequeño escenario pero Yesion me detuvo.
—No te vayas. Quiero decirte que voy a casarme con la chica del video, porque ella si me dio lo que yo quería, mientras que tú sólo te justificabas con un maldito matrimonio.
No podía contener las lágrimas, estaba siendo humillada ante muchas personas y además algunos teléfonos estaban grabando lo que pasaba.
—Déjame ir Yesion, esto se acabó, ve con quien dices que te casarás, no me importa, después de todo, no eres el hombre de mis sueños— Le respondí un poco dolida.
Yesion se echó a reír, era una burla sabiendo que podía haber mentira en mis labios.
—Ya puedes irte, a buscar a otro a quien lo tengas esperando una boda, solo para intimar.
Me zafé como pude, y salí corriendo del pequeño salón.
Me entré en el primer taxi que vi, y empecé a llorar con más fuerza.
—¿A dónde la llevo señorita?— preguntó el taxista.
—Al primer bar que veas— Le respondí.
Durante unos veinte minutos, estuve dando vueltas en ese taxi. Me limpiaba las lágrimas, pero otra vez estaba empapada.
Al bajar del taxi, entro al bar y me dirijo a la barra de tragos.
—Deme un tequila por favor— Pido.
Rápidamente un joven con amabilidad me sirve el tequila.
—Dame otro— Pido tan rápido absorbí el primero.
Inesperadamente, una voz conocida, se escucha detrás de mí, y al girarme para mi sorpresa, era mi jefe.
Demetri White, un hombre de negocios, tiene los bancos, constructoras y tecnológicas en sus manos.
Sirve un trago en un pequeño vaso de vidrio y me lo extienda, así que, sin perder tiempo, lo tomo y me siento frente a él.
—Parece que no te ha ido muy bien hoy— Dijo.
—Es el peor día de mi vida— Le dije casi llorando.
—Pues entonces hoy es el peor día de ambos.
Me llevo el trago a la boca y luego le hago la pregunta que tanta curiosidad me da. —¿Qué te pasó a ti?.
—Mejor, dime que te pasó a ti primero.
Respiré hondo, recordando lo que me había pasado.
—Resulta que mi novio, o mejor dicho, mi ex novio… el regalo de cumpleaños que me dio fue que se casará con otra mujer porque ella si le dio lo que yo no.
—¿Y qué fue lo que no le diste ?— Preguntó con curiosidad.
Lo miré un poco avergonzada, pero sabía que con alguien debía desahogarme.
—No quise tener intimidad con él hasta el matrimonio. Pero como no lo hice, tuvo intimidad con otra y se casarán— Terminé confesándole.
Me miró con asombro y se echó una copa de tequila.
—Eso fue muy duro.
—Lo peor fue la humillación ante todos.. pero dime de ti, ¿Por qué no es tu mejor día?— Le pregunté con curiosidad.
Respiró hondo antes de responder, y luego decidió hacerlo.
—Mi novia o mejor dicho mi ex novia, me dejó porque dice que por mi condición no la satisfago, y que además dijo que no podría satisfacer a otra mujer— Me confesó.
Abrí mis ojos más de lo normal, no podía creerlo que el magnate de los negocios, haya sido humillado de esa forma.
Por cierto, su situación es un poco peculiar. Demetri está en sillas de ruedas, un accidente hace años, lo dejó en ese estado.
—Lamento que hoy también sea un mal día para ti— Le respondió aturdida.
—También lamento que sea un mal día para ti— Dijo apenado.
Pasaron como dos horas, no habíamos dejado de hablar y tomar.
Así que llegó el momento de irme a casa y enfrentar al día siguiente a mis conservadores padres, una vez que llegaran de otra ciudad.
—Gracias por todo, ahora debo irme— Dije.
Me levanté de la silla y me sentir mareada, tanto así, que solo di dos pasos antes de caer en las piernas de Demetri.
Lo miré y le sonreí, no pude evitar contemplar su belleza y masculinidad.
—Te llevaré a tu casa. No puedes irte así en un taxi— Dijo con amabilidad.
Desde su silla de ruedas, nos movilizamos hasta el parqueo. Abrió la puerta del acompañante y luego giró y subió a su auto, especialmente preparado para él.