Un encuentro incómodo

1485 Words
Maya deseaba arder en odio hacia Marcus, esperando que fuera un hombre despreciable, calvo, de baja estatura y vientre prominente, así no tendría que resistir la tentación y el calor que sentía entre las piernas cada vez que lo tenía enfrente, pero el universo tenía otros planes. Marcus era un dios encarnado, un hombre cuyo atractivo era tan arrollador que parecía emanar de cada poro de su piel, demostrando que definitivamente al diablo le gusta meter candela. Marcus abrió la puerta de la limusina para que ella subiera, él también tuvo que reponer el aire que había perdido al observar hasta donde llegaba el escote que dejaba al descubierto un poco más de lo que debería. —Gracias por el vestido, y por todo lo que has enviado. Agradeció por cortesía, pero en su interior estaba ardiendo de deseo y furia, preguntándose cómo sería resistir la tentación que él representaba. —No tienes que agradecer, fue un completo placer —al elegir el vestido, Marcus había tocado la tela, se imaginó la fina seda deslizándose por el perfecto cuerpo de ella, imaginaba que su piel sería igual de suave, pero no se había fijado en la magnitud del escote. Maya notó hasta ese momento, que Marcus tenía un ojo ligeramente inflamado, como si se hubiera dado un golpe contra algo, o alguien lo hubiera golpeado. Iba a preguntar, pero decidió quedarse callada, después de todo, a ella no le importaba lo que le pasara. Él oprimió un botón, al instante, un vidrio oscuro comenzó a levantarse al frente de ellos, aislando el espacio de donde el chofer estaba. Marcos bajó su mano, rozando con sus dedos ligeramente la pierna de Maya, enviando una corriente eléctrica a través de su cuerpo. Ella se tensó, al momento la invadió una sensación de calor irresistible. Estaba dispuesta a darle un buen golpe para terminar de decorar el ojo inflamado que empezaba a lucir amoratado, pero él no movió su mano, la dejó ahí como por descuido. Definitivamente la temperatura al interior de la limusina parecía haber subido a sesenta grados con ese simple roce. Ella quiso alejarse, recorrer un poco su cuerpo hacia la puerta, pero eso la delataría, y no quería que él se diera cuenta de que la ponía nerviosa. Cada vez que tenía pensamientos candentes sobre ese hombre. trataba de recordar el sufrimiento de su padre, y a la vez comprendía un poco a su madre, aunque eso no significaba que justificaba su mal comportamiento. —Es una bonita noche, ¿No te parece? —la ronca y sensual voz de Marcus interrumpió sus pensamientos. —Lo es —contestó cortante, tratando de ocultar la turbulencia que se agitaba dentro de ella. Al escuchar el tono de voz de Maya al contestarle, Marcus sonrió, era como si le divirtiera el efecto que tenía sobre ella. Había tenido un día difícil, no sabía quién era el cabrón que había enviado a los hombres a interrumpir su reunión por la tarde, pero estaba seguro de que terminaría averiguando. Uno de los hombres que habían llegado inesperadamente, le dio un golpe en la cara sin él esperarlo, esa era la razón de su ojo inflamado, ese hombre se había marchado de ahí con la muestra de lo que pasaba con quién se atrevía a desafiarlo. —¿Puedo preguntarte algo, Maya? —preguntó con la mirada fija aún sobre la ventana. —Depende de qué sea —respondió ella, tratando de mantener la guardia alta. —¿Por qué aceptaste escribir mi historia? —preguntó Marcus, con una mezcla de curiosidad y diversión en su voz. Maya vaciló por un momento, sorprendida por la franqueza de la pregunta. ¿Por qué había aceptado realmente el trabajo? ¿Qué la había llevado a ponerse en una situación tan comprometedora? Ella lo sabía perfectamente, pero no podía decirlo. —Supongo que no podía dejar pasar la oportunidad de escribir la historia del magnífico y atractivo CEO, las mujeres hablan de ti con deseo, y los hombres con profunda admiración, y puedo decir que también con miedo. Marcus la miró fijamente, como si estuviera tratando de leer sus pensamientos, Maya se estremeció, había algo en esa mirada penetrante que la hacía sentir desnuda y vulnerable, como si él pudiera ver a través de todas sus defensas y descubrir sus secretos más oscuros. —Interesante elección —murmuró Marcus, con una sonrisa enigmática en los labios. —Maya tragó saliva, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Él ya le había expuesto las razones de su elección anteriormente, aunque ella no creía del todo en ellas. Al llegar al lugar donde se llevaba a cabo la fiesta, Marcus bajó en cuanto se detuvo la limusina, enseguida extendió su mano hacia la chica. Los reporteros no perdieron la oportunidad de tomar fotografías, todos querían ser él primero en publicar las fotos del importante CEO, sentían curiosidad por saber quién era su nueva conquista. Maya suspiró antes de entrelazar su brazo son el que Marcus le ofrecía, así caminaron hasta la entrada del lugar. Al interior pudo notar la opulencia de los asistentes, observó con curiosidad, definitivamente ella no tenía nada que hacer entre aquella gente. No eran de su agrado, ese mismo tipo de gente que creía que todo lo merecían y que la miraban de manera altiva, era la que había dado la espalda a su padre años atrás, no eran ellos, pero estaba segura de que eran iguales. Un atractivo hombre algo mayor, se acercó a ellos, saludó a Marcus hablando un fluido italiano, al reparar en Maya, se le quedó viendo fijamente, escudriñándola con sus intensos ojos azules. —E chi è questa bellezza? —Maya, él es Dianco De Luca, un gran amigo y espero futuro socio. —Un gusto conocerlo, señor De Luca —dijo con cortesía Maya, extendiendo su mano hacia el hombre. Dianco tomó la mano y la llevó hasta su boca, depositando un sutil beso. —Il piacere è mio, bellezza, ho l'impressione di conoscerti già, sono sicuro di aver visto il tuo viso da qualche parte. —Lo dudo, amigo, Maya no conocía Sicilia, ha llegado hace pocos días. Maya no dominaba el idioma, logró captar solo algunas palabras, pero la respuesta de Marcus la sacó de la duda. —Así es, no creo que nos hayamos conocido antes. De Luca iba a contestar que estaba casi seguro, un bello rostro como ese no podría olvidarse nunca, pero un huracán de cabello rojizo se abalanzó en ese momento sobre Marcus, haciendo que casi perdiera el equilibrio. —Marcus, llegaste, sabía que no podías fallarme —Marcus solo sonrió ante la osadía de la joven chica. —Miranda, también me da gusto verte. —Hija, no empieces a hostigar a Marcus como lo haces siempre —ordenó De Luca. —Bellissimo papà, sai che Marcus è irresistibile per me —el hombre movió la cabeza resignado ante la actitud de su hija. —Me disculpo, Marcus, ya sabes como es está niña. —Ya no soy una niña, papá, he cumplido la mayoría de edad, tienes que entenderlo —contestó la chica en un tono que indicaba que estaba a punto de hacer un berrinche. —Está bien, hija, creo que será mejor que vayamos a la mesa, estamos dando un espectáculo. Marcus tomó por el brazo a Maya para seguir a De Luca, la chica pelirroja la fulminó con la mirada, tomó el otro brazo de Marcus, para marcar su territorio. —Yo me sentaré a tu lado, Marcus, del otro lado va mi padre —dijo para alejar a Maya del que consideraba su hombre. —Lo siento, Miranda, vengo acompañado, y me sentaré a su lado, dejarla sola sería una grosería. La chica escaneo con la mirada a Maya, le parecía una mujer muy simple,¿Qué demonios era lo que veía Marcus en ella? —Está bien, como quieras, lo aceptaré, pero tendrás que bailar conmigo —él suspiró resignado, aquello ocurría siempre que coincidía con De Luca. Los dos hombres se enfrascaron en una charla sobre cosas que Maya no entendía, poco después De Luca subió a un escenario que había al frente, para dirigir unas palabras a sus invitados, agradeciendo el apoyo a su compañía. Cuando Marcus se levantó para hablar con otros hombres, Miranda se cambió de silla para situarse junto a Maya. —No sé qué es lo que tienes que ver con Marcus, pero te advierto que no te hagas ilusiones, él es mi prometido. Maya estuvo a punto de desternillarse de risa, al ver la prepotencia de aquella chica tenía unos aires de suficiencia que no podía con ellos, podía ver lo malcriada que era. —Yo solo vine a Sicilia para cumplir con mi trabajo, me importa poco tu prometido. —Pues eso espero, porque de lo contrario, haré que papá te arruine la vida.
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